Maneras de representar la realidad en una obra , tarde de agosto
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Respuesta:
Mi comentario del cuento Tarde de Agosto de José Emilio Pachecho tiene que empezar con esta cita: «Nunca vas a olvidar esa tarde de agosto. Tenías catorce años, ibas a terminar la secundaria«. Con esa sentencia, retrospectiva y mnémica, comienza uno de los cuentos más memorables del escritor mexicano José Emilio Pacheco. Es el segundo cuento del libro El Principio del Placer y otros cuentos.
Tarde de Agosto de José Emilio Pacheco
Página de inicio del cuento Tarde de agosto.
El cuento Tarde de Agosto es una breve historia en la que el protagonista deja de ser niño y se convierte en algo más. ¿Adolescente o adulto? eso lo decide el lector. Es un cuento que pertenece a los relatos sobre «niñez y adolescencia», un tema que José Emilio Pacheco también trabajó en otros textos como «Parque hondo», «La cautiva», «La reina», «El principio del placer» y «La zarpa«. En estos cuentos hay varias constantes: una situación familiar complicada y una experiencia en la que la realidad choca con una visión mágica o infantil, y la rompe o transforma (esta es una de las ideas presentes en el análisis que se hace en el libro La hoguera y el viento. José Emilio Pacheco ante la crítica).
La historia o drama en Tarde de agosto es narrada como un recuerdo fijo, y sucede cuando ese niño se ve obligado a acompañar a su prima Julia de 20 años, a la cual desea con todo su despertar hormonal, y a su novio Pedro, a quien envidia.
Pedro, mayorcito, se burla de él, y Julia lo compadece. Es un triángulo del deseo que se rompe o termina gracias a una experiencia sencilla pero crucial, en la cual todos se separan, y aquel niño abandona su antigua vida, su antigua personalidad.
El cuento es un momento de la vida de un niño que lo transforma y lo marca. Una experiencia psicológica impactante que genera un cambio de dirección en su personalidad.
A través de una escena simple, tan sencilla como maravillosa, el cuento nos muestra cómo un niño avergonzado por el novio de su prima, con lágrimas en los ojos y decepcionado de sí mismo, renuncia a seguir siendo inocente. El peso de la experiencia da un duro golpe a sus fantasías y aquel niño que leía historietas de soldados de la segunda guerra mundial (la otrora famosa Colección Bazooka, la cual probablemente nadie nacido después de 1980 recuerda) no se identificará nunca más con esos héroes, es más, aceptará que no es como ellos En su memoria y personalidad queda grabado el sinsabor de la realidad, cruda, humana y transformadora.
La voz que narra el cuento, que habla dirigiéndose al protagonista, puede ser él mismo tiempo después, y termina diciendo (o diciéndose a sí mismo): «Caminaste sin rumbo algunas horas y al volver a casa le dijiste a tu madre lo que ocurrió en el bosque. Lloraste y quemaste toda la Colección Bazooka y no olvidaste nunca esa tarde de agosto.«