los símbolos de la cuaresma
Respuestas a la pregunta
La ceniza: Convertíos a mí de todo corazón. (Joel 2,12).
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Nos recuerda que la vida es cruz, muerte, renuncia; pero a la vez nos asegura que el programa pascual es dejarse alcanzar por la Vida nueva y Gloriosa del Señor Jesús. De las cenizas Dios saca vida, como el grano de trigo que se hunde en la tierra. Es símbolo de que participamos de la cruz de Cristo, para con El pasar a la Vida. Un signo pedagógico que nos recuerda nuestra debilidad y nuestro pecado para que dejemos a Dios actuar en nosotros, incorporarnos a la resurrección de su Hijo y lavarnos con el agua bautismal de la Pascua. Nos recuerda que ser cristiano supone una lucha contra el mal que hay en nosotros y a nuestro alrededor.
La Cruz: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. (Lc 9, 23).
Símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Símbolo de la nueva alianza realizada en la Pascua de Jesús. Ilumina nuestra vida. Nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria de Cristo. Nos compromete a seguir el mismo estilo de vida de Jesús para llegar a la nueva existencia del resucitado. En la cruz está concentrada la Buena Noticia del Evangelio
El Ayuno solidario: Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. (Mt 9, 15).
Es una voz profética para recordarnos que todo es bueno, pero relativo, que los valores materiales no son absolutos, que los valores sobrenaturales hay que cuidarlos. Nos hace libres. Optar en contra de la espiral consumística que la sociedad de hoy nos está imponiendo. Nos enseña a sentir en nosotros mismos la debilidad de los que se ven obligados a ayunar por necesidad todo el año.
El camino: Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme» (Lc 5,27).
La vida cristiana es seguir a Jesús, es hacer camino. Los primeros cristianos identificaron con frecuencia la fe con el camino (Hch 9,2). Pablo habla de la carrera de un cristiano (Ga 2,2; 5,7; 1 Co 9,24-26). La Iglesia peregrina en a tierra, la Iglesia en marcha (LG 9) es la expresión simbólica de un pueblo que persigue una meta y para ello se pone en camino. Como Israel en el A.T. caminó como pueblo hacia la libertad, la Iglesia está siempre en marcha. Las diversas clases de procesiones, peregrinaciones y desplazamientos dentro de las celebraciones en la Cuaresma, son como un símbolo de esta realidad.
La comunidad: Sale de un lugar, abandona una situación y un estilo de vida, se convierte, .camina en unión., unos con otros en fraternidad, subrayando así la comunitariedad de su camino. Hacia una .meta., que puede ser un santuario, una iglesia, o el altar para la comunión: siempre un lugar simbólico del misterio cristiano, en un proceso de identificación con lo que éste requiere significar.
El «marchar», el caminar en la vida cristiana y más en la celebración, viene a ser una parábola de la Iglesia en camino. Una comunidad escatológica que en cierto modo se trasciende a sí misma y avanza hacia la meta propuesta. Que se siente peregrina, sin afincarse excesivamente ni en un lugar ni en una situación.
El «Caminar» es una expresión de que viajamos con esperanza, con los pies en el .hoy y aquí. y convencidos de la presencia de Cristo en medio de nosotros, compañero de camino, como en Emaús: Cristo es el camino.