Los problemas éticos en tiempo de COVID 19 características para la
aplicación de normas y leyes.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Cada sociedad se dota de una moral, de un conjunto de valores que definen lo que la gente cree que está bien y lo que cree que está mal. Esta moralidad se refleja en las conductas que se aceptan y las que se rechazan en esa sociedad. Finalmente todo ello se plasma en unas leyes que definen lo que se puede y no se puede hacer, y en un código penal, que determina las consecuencias que deberá afrontar quien infrinja esas normas. Diferentes sociedades adoptan diferentes códigos morales y ello se traduce en legislaciones igualmente distintas.
Sin embargo, con frecuencia aparecen conflictos que hay que resolver, cuando confrontamos dos hechos, dos procesos, que están bien, los dos. Ambos aspectos son buenos en sí mismos, pero entran en conflicto. Y debemos resolver este problema optando por uno de ellos. Estos dilemas son los que resuelve la ética, que analizará los valores y circunstancias que hay detrás de cada uno de ellos, sus posibles beneficios y riesgos asociados, la legislación que aplica sobre cada uno de estos elementos y emitirá un juicio razonado y una recomendación sobre el camino a seguir. De alguna manera la evaluación ética es una reflexión crítica sobre la moralidad, un marco al que acudir para tomar la mejor decisión posible con nuestra escala de valores y con las normas existentes. Cuando los dilemas a debatir tienen que ver con las ciencias de la vida, con la biología, la medicina, la salud en definitiva, hablamos de bioética.
Un ejemplo de dilema o conflicto creo que servirá para aclarar el papel de la ética en biomedicina. Por un lado tenemos leyes y normas que protegen a los animales frente a su posible uso como en investigación científica, y garantizan su bienestar cuando esta debe acometerse. Por otro lado tenemos leyes y normas de investigación biomédica, y códigos deontológicos profesionales que nos obligan a prestar la mejor ayuda médica posible a los enfermos. Son dos circunstancias buenas en si mismas, cada una de ellas por separado. Pero cuando las confrontamos y proponemos usar animales para investigar una posible terapia que sirva para tratar una enfermedad que nos afecta (y para la cual, por ejemplo, no hay cura disponible) deberemos valorar si está justificado, en este caso, el uso de animales (y en qué condiciones) para permitir el desarrollo de ese tratamiento. El análisis pormenorizado de todos los aspectos de la propuesta de experimentación animal, los posibles daños o alteraciones del bienestar que sufrirán los animales, así como los beneficios potenciales que podrían recibir los pacientes son aspectos que tenemos en cuenta en los comités de ética. Y si el procedimiento se ha planteado conforme a las normas, con estricto respeto a todas las leyes y recomendaciones sobre experimentación animal, y su beneficio posterior en pacientes se considere pueda compensar la alteración del bienestar animal, entonces puede que finalmente se apruebe la propuesta.
Ética en la investigación sobre el coronavirus
Estamos viviendo una situación excepcional, un estado de alarma propiciado por la epidemia por el coronavirus SARS-CoV-2, responsable del COVID-19, cuya extensión acaba de ser propuesta por nuestro Gobierno. Pero el resto de leyes y normas que regulan la investigación biomédica siguen en vigor, en particular la Ley de Investigación Biomédica 14/2007, de 3 de julio.
Todos queremos un tratamiento que logre detener la infección descontrolada causada por el coronavirus. Y también queremos una vacuna para protegernos contra él. Y lo queremos todo para mañana. Pero la investigación biomédica tiene sus tiempos y sus procedimientos, y los tiene por razones muy poderosas. Nada menos que para cumplir con los dos primeros principios de la bioética (1) el principio de no maleficencia (no hacer el mal) y (2) el principio de beneficencia (hacer el bien). Traducido a la realidad esos dos principios nos recuerdan que debemos evaluar la seguridad y la eficacia de cualquier tratamiento médico o vacuna, antes de autorizarlos. Los tratamientos ante todo no deben ser tóxicos, no deben causar más daño del que pretendemos solventar. Los beneficios deben superar a los riesgos. Y también deben ser eficaces para su objetivo final. Ante todo seguros, después útiles. Y este beneficio o bien que pensamos va a producir en el paciente deberá tener en cuenta también su parecer, su autonomía personal. Lo cual entronca con el tercer principio de la bioética (3) el principio de autonomía (que obliga a respetar la libertad de decisión de cualquier paciente sobre cualquier intervención que le afecte, a través de la obtención del llamado consentimiento informado).
Dos ejemplos en los que creo que nos podemos haber olvidado de la ética.
Explicación:
espero ayude me das corona pleasee