los problemas de nuestros antepasados eran muy diferentes a los que hay ahora si o no
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La enorme mayoría de los individuos carece de toda referencia o noticia importante con relación a la estirpe familiar de la que proviene. Una minoría muy pequeña puede remontar sus antecedentes a unas pocas generaciones atrás y otra, aún más insignificante, puede trazar una genealogía que atraviesa varios siglos y especular con un abolengo que, muy probablemente, es imaginario. Las genealogías familiares son útiles pero solo porque, lo mismo que los jardines británicos, estimulan la imaginación.
Pocas cosas reales nos unen en verdad a nuestros antepasados. La historia, como observó Nietzsche, es una referencia inútil para diseñar el presente, pese a que resulta fascinante para los niños y para los individuos algo fantasiosos que, como es bien sabido, se caracterizan por tener personalidades muy infantiles.
(Y que conste que digo esto por mi propia experiencia.)
Quizá haya un solo momento en que la vida de los antepasados cobra una dimensión mágica con relación a nuestras humildes existencias cotidianas, pero solo para desmentir que entre ellos y nosotros haya diferencias de fondo. Por ejemplo cuando, en alguna vitrina de museo, damos con un objeto que revela una costumbre muy cotidiana de nuestros antepasados –espejos, utensilios para darse afeites o para peinarse, mondadientes, broches ingeniosos, botones, llaves– o cuando, en alguna transcripción de un texto muy antiguo, en un poema elegiaco