Historia, pregunta formulada por lopezjuanchi20, hace 8 meses

los principales argumentos de cada actor involucrado malvinas​

Respuestas a la pregunta

Contestado por lazaro1451
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Respuesta:

A partir del balance de los intereses en pugna entre la Argentina, Gran Bretaña y Malvinas es necesario superar las posiciones extremas que han conducido a la guerra o al estancamiento diplomático.El 2 de abril se ha cumplido el 30° aniversario del inicio del conflicto militar anglo-argentino por las islas Malvinas, precedido y acompañado por gestos de dureza de los tres actores involucrados en el litigio: la Argentina, Gran Bretaña y los representantes públicos isleños.  

Del lado argentino, la administración de Cristina Fernández de Kirchner, ha combinado gestos de dureza –la condena retórica de la Presidente y de su canciller Héctor Timerman al colonialismo británico y la amenaza de demandar a bancos británicos y estadounidenses si éstos asesoran a sociedades que buscan petróleo frente a las islas Malvinas– con gestos conciliadores –los discursos de la propia Presidente de que guiará su política a través de la paz y la diplomacia respetando el interés de los isleños en la discusión anglo-argentina sobre la soberanía de Malvinas y el pedido de ayuda a la Cruz Roja Internacional para reconocer la identidad de los muertos enterrados en el cementerio de Darwin–. Esta combinación representa la continuidad de lo que Vicente Palermo, en un artículo publicado en la revista Mural Internacional, llama la “política de amenaza verosímil”. Política que puede sintetizarse, siguiendo a Palermo, en la siguiente fórmula: la Argentina es un país que aguanta las injusticias con abnegación por su incuestionable compromiso con el derecho –expresado en su adhesión al llamado de las Naciones Unidas a que Argentina y Gran Bretaña se sienten a dialogar acerca de la soberanía (resolución 2065) –. No obstante, dada la indiferencia de Londres, la Argentina se verá “obligada”, tarde o temprano, a decir basta y hacer justicia por mano propia. “Obligación” que en la lectura del régimen de facto del Proceso justificaba la toma por la fuerza de las islas, dado el status de estancamiento diplomático del diferendo desde mediados de la década de 1970. Toma aplaudida mayoritariamente por el público en Plaza de Mayo, el que dio su visto bueno a la acción militar (con las excepciones de los representantes de la Iglesia, de unos escasos representantes del ámbito académico y de también pocos medios como The Buenos Aires Herald y la revista Criterio). La derrota militar argentina en junio de 1982 no desactivó ni la causa Malvinas ni la política de amenaza creíble. Sólo eliminó la locura de la alternativa bélica en el menú de opciones políticas posibles. la dureza diplomática o las amenazas de boicots de índole unilateral –la mencionada amenaza de demanda a  bancos británicos y estadounidenses si asesoran a sociedades que buscan petróleo frente a las islas Malvinas– o regional multilateral –la posición concertada de los miembros del Mercosur de no admitir en sus puertos a barcos con bandera de las Malvinas– como “palos” destinados a obligar a las autoridades de Londres a sentarse a negociar la soberanía territorial de las islas.

La única política alternativa a esta tradicional de amenaza creíble fue la política de seducción a los isleños instrumentada por el canciller del gobierno de Carlos Menem, Guido Di Tella, titular del Servicio Exterior desde 1991 hasta 1999. Esta alternativa no se mantuvo en el tiempo por dos motivos: porque contrariaba la causa Malvinas al colocar en un paraguas el tema sensible de la soberanía territorial, apostando en cambio a la búsqueda de mecanismos de cooperación con Londres y los isleños en las cuestiones pesca y petróleo; y necesitaba para su éxito un plazo temporal muy superior al de la administración de turno para convertirse en política de Estado y  sobrevivir a las condicionalidades propias del calendario electoral y del deseo personal de Menem de reelección en 1995 y de re-reelección en 1999. Deseo que lo llevó a hacer dos concesiones que hirieron de muerte dicha política: la inclusión en la Constitución reformada de 1994 de una cláusula transitoria N° 1 que exigía a todos los gobiernos el reclamo de soberanía; y la presión para que Londres y los isleños demostraran a corto plazo algún signo de cambio en el status de Malvinas que fuese visible para el electorado y contribuyese a la continuidad de Menem en el poder con algún avance en la causa Malvinas. Como Menem agitó la bandera-causa Malvinas para cooptar a los adherentes al nacionalismo territorial argentino a su proyecto releccionista y re-releccionista, Cristina Fernández de Kirchner también la agita porque Malvinas es, junto al castigo a las violaciones de los derechos humanos cometidos durante el Proceso y el rechazo a condenar las perpetradas por el régimencida estatización de YPF; el otro por las Malvinas.

espero q te ayude

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