los perros ambrientos el resumen ya por fa para mañana ya
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En su libro “Los Perros Hambrientos”, Ciro Alegría nos relata la vida rural del periodo colonial en Perú, orientada a la historia de la Familia de Simón Robles, un peón que trabaja y vive en la hacienda de Páucar, que está a cargo del hacendado Don Cipriano Ramírez . Simón vive prósperamente con su esposa e hijos Vicenta, Timoteo y la pequeña Antuca.
Simón es muy conocido gracias a la fama que tienen sus macotas por ser excelentes perros ovejeros. Al morir su perro “Trueno, atacado por un puma, trae a su casa dos cachorros hembra y macho. El macho es llamado Zambo por ser de pelambre oscura, y la hembra es llamada Wanka en honor a una tribu del tiempo incaico. Los dos son criados y amantados por ovejas , así que están familiarizados con el rebaño de ovejas . Eran tiempos muy prósperos donde todos recibían alimento. Wanka parió y debido a la demanda de éstos extraordinarios perros, Simón los fue vendiendo e incluso los fue cambiando por ovejas. Como su rebaño fue creciendo se quedo con dos machos “Güeso y Pellejo”. Un tercer hermano “Mañu” fue dado a Martina, la mas grande de todas las hijos de Simón que se casó con Mateo, otro aldeano que como todos era de origen indígena. Ese perro paso de ser un de una simple mascota a jefe de familia, cuando Mateo es obligado a abandonar a su hijo Damián y as u esposa para realizar el servicio militar. Mañu se convierte en protector de los dos miembros restantes .
Por otra parte ya al haber crecido Güeso es raptado por los bandoleros Julián y Blas Celedonio que se dedican al robo de ganado. Un día en Vicenta acompaña a Antuca a pastorear y buscar un cierto tipo de planta . Güeso es lazado y obligado a ir; él naturalmente se comporta apático respecto a Julián . Al pasó del tiempo Julián se gana el afecto de Güeso y se convierte en buenos amigos. Güeso salva varias veces su vida de su enemigo de Alférez Chumpi alias el Culebrón . Él es mandado de parte de parte del subprefecto de la provincia Don
Fernán Frías , cuyo puesto está en problemas y para mejorar su posición, para matar a los Celedonios. En un ataque por parte de éste personaje son engañados y comen papayas envenenadas y junto a ellos el perro de bandoleros Güeso muere.
La partida de Güeso marca un periodo de sequía, en donde la comida empieza a escasear . No llueve y esto significa que tanto hombres y perros no obtienen alimento suficiente para saciarse. Los animales roban incluso las mazorcas en los maizales La gente desesperada acuden a Don Cipriano, al cual implora ayude a los desempleados de otras. El recomienda a la gente busquen alojamiento con los vecinos. Mashe un indio de este grupo se aloja un tiempo en casa de Simón . Jacinta su hija se enamora de Timoteo. Al poco tiempo se van de la casa a hacer su propia choza . Mientras tanto la sequía aumenta hasta el punto en que piden a la Virgen del Carmen los socorra .Llueve por pocos días pero la sequía sigue torturando tanto a animales como humanos. A causa de la desesperación Martina fue a buscar comida con sus suegros y por ser un viaje largo deja a su hijo Damián y a Mañu. El pequeño muere por el hambre , pero sus restos son valientemente defendidos por Mañu de un cóndor el mayordomo de Cipriano recoge el cuerpo y lo lleva donde Simón para ser enterrado. Tanto las personas como los perros pierden la fidelidad a sus respectivos “amos”. En el caso de los perros Wanka mata a una oveja y esto hace que la corran a palazos de su casa. Y las muertes continúan. Mashe muere dejando a su esposa e hijas solas, pero éstas buscan el apoyo de Simón, el cual no es negado. Zambo muere y el hambre lleva a Pellejo a comer sus entrañas . Por parte de los humanos los indios se revelan a Cipriano el cual no tiene mas remedio que dispararles resultando tres muertes.
Después de toda esta catástrofe las lluvias regresan con la felicidad de pueblo entero .
Respuesta:
Ubicada la acción en las alturas andinas, tierras frías y secas a cuatro milímetros de altitud, aparece una pastora, Antuca, con sus rebaños y sus perros, en medio de un paisaje idílico donde un día truena la carga de dinamita: ha surgido la violencia de los gendarmes, el mundo organizado en el interior del mundo natural.
Los perros de Antuca, (Wanca, Zambo, Güeso y Pellejo) eran excelentes ovejeros, de fama en la región, donde ya tenían repartidas muchas familias, cuya habilidad no contradecían al genio de su raza.
Estos perros y sus descendientes adquieren en seguida, a los ojos del lector auténticos valores humanos; así, Mauser morirá en la explosión de dinamita, Tinto, destrozado por los dientes del feroz Raflez.
Güeso será robado por los Celedonios; huirá, se echará al monte para morir violentamente. Las desgracias vienen una tras otra: Los Celedonios son exterminados por su fiereza, mientras a los indios la ley les quita sus tierras.
Y en medio de estas desgracias, aparece el fantasma de la sequía, a la que sigue como inevitable consecuencia, el hambre. El mundo del hombre se desmorona: los mismos perros, antes sus fieles amigos, huyen tras dar muerte al ganado para comer.
RESUMEN LOS PERROS HAMBRIENTOS - Ciro AlegriaEs la hora en que los mastines, hasta entonces pastores, se convierten e n la peor amenaza para el ganado. Solitarios o en grupos, expulsados por sus dueños, merodean como alimañas, aullando constantemente en la inmensidad de la noche puneña” …
Tornaba el coro trágico a estremecer la puna. Los aullidos se iniciaban cortando el silencio como espadas. Luego se confundían formando una vasta queja interminable.
El viento pretendía alejarla, pero la queja nacía y se levaba una y otra vez de mil fauces desoladas”. En el capítulo “Perro de bandoleros”.
Encontramos una estampa inolvidable, en la que “Güeso”, capturado por los torvos Celedonios, acepta, aunque de mal grado, el nuevo bravo destino de perros bandoleros junto a estos hombres, cuya existencia pende de un hilo, sombreado por el azar y la violencia: “…
Efectivamente, se bajó el Blas y desamarró un látigo de arriar ganado que colgaba del arzón trasero de su silla. –Anda ¡camina! –dijo, acercándose a Güeso agitando el látigo; el perro continuó tirado entre las piernas.
Atrancado allí, no lo sacarían ni a buenas ni a malas. Deseaba tan sólo que le soltaran el lazo. Por lo demás, la vista no le impresionó mayormente. Es que lo ignoraba. Los riendazos que había sufrido hasta este rato no le habían dado una idea del ardiente dolor del chicotazo.
-Güeso, entonces suénale –dijo el Julián. El Blas alzó el látigo que tenía el mango de palo y lo dejo caer sobre Güeso. Zumbó y estalló aunque con un ruido opaco debido al abundante pelambre.
La culebra de cuero se ciñó a su cuerpo en un surco ardoroso y candente, punzándole al mismo tiempo con una vibración que le llegó hasta el cerebro como si fueran mil espinas”.
En el desenlace, vuelve la lluvia y, con ella, algunos perros que regresan humildes, en espera del castigo, a casa de sus dueños.