¿los movimientos estudiantiles en los años 60-80?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:n ocasiones, la historia busca líderes en las revueltas o movimientos de protesta, pero muchas veces el protagonismo principal corresponde a una actuación colectiva, de modo que los líderes, en esos casos, se ocupan principalmente de representar las reivindicaciones de dicho colectivo. Creo que mi presencia en el movimiento estudiantil en la lucha contra la dictadura franquista, en la Universidad de Madrid, durante la segunda mitad de la década de 1960 corresponde, básicamente, a ese tipo de liderazgo que consiste en defender a los representados y llevar adelante las acciones colectivas decididas por la mayoría en asamblea.
Mis recuerdos de esos años me hacen subrayar la convicción que existía en lo más profundo de mí acerca de acciones que podían y debían llevarse a cabo para cambiar las circunstancias injustas que, en nuestra opinión, nos impedían manifestarnos como seres libres. Las ganas de hacerlo surgían, por tanto,de lo más profundo de las convicciones éticas en defensa de la libertad, a pesar de los riesgos (que los hubo) de una represión implacable que iba a caer sobre muchos de nosotros/as posteriormente.
Las revueltas estudiantiles de los años sesenta no fueron, por supuesto, ninguna revolución que pretendiera alcanzar el poder. Se trataba, fundamentalmente, de decir NO al poder autoritario de la dictadura franquista. Pero, además, se trataba de acompañar la protesta con la acción, en la confianza de poder cambiar las cosas que creíamos que eran mejorables.
Dice Octavio Paz que la libertad no es un concepto ni una creencia: “La libertad no se define, se ejerce. Es una apuesta. La prueba de la libertad no es filosófica, sino existencial: hay libertad cada vez que un individuo se atreve a decir NO al poder. No nacemos libres: la libertad es una conquista y más aún: una invención”.
En la formación como seres libres, la necesidad de la potenciación de la duda, la crítica y la libertad de pensamiento constituyen una necesidad vital, no sólo para el desarrollo del saber y de lo que entendemos como ciencia, sino para el ejercicio mismo de lo más apreciable de las personas, que es la práctica de la libertad.
Para algunos de nosotros existía, por tanto, una convicción moral o ética en aquellos años, puesto que la lucha contra la dictadura era, al mismo tiempo, nuestra afirmación personal como seres libres, en defensa de una sociedad democrática y una universidad pública, libre, democrática y popular.
Pero antes de referirme a mis vivencias y recuerdos del movimiento estudiantil en Madrid en aquellos años sesenta debo aludir, brevemente, a algunos episodios que me parecen relevantes del contexto general de esa época.
n 1964, el Free Speech Movement (FSM) fue protagonista de una importante revuelta estudiantil que comenzó en el campus de la Universidad de California, Berkeley, a fin de que se levantara la prohibición sobre la realización de actividades políticas en el campus, y para que se reconociera el derecho a la libertad de expresión y la libertad académica sin lo cual no puede existir el avance científico.
La revuelta de Berkeley contaba con la participación de gran parte de los estudiantes con mejores expedientes académicos, pese a lo cual fue tildada por los responsables de la administración y por la prensa local, como impulsada por rebeldes radicales, comunistas y maoístas. Las autoridades académicas mostraron en todo momento una posición muy autoritaria y represiva contra estas reivindicaciones estudiantiles, contando –además- con el apoyo del gobernador de California,quien se mostró siempre partidario de disolver lo que llamaba el “desorden estudiantil de Berkeley”.
Sin embargo, la revuelta estudiantil continuó adelante, utilizando algunos de los procedimientos de desobediencia civil (con sentadas y manifestaciones pacíficas) propios de la lucha por los derechos civiles de las minorías negras en los EEUU. En la histórica Marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad realizada el 26 de agosto de 1963, con más de 200.000 manifestantes, Martin Luther King había pronunciado su famoso discurso “yo tengo un sueño”.