Los indios de América eran civilizacidos
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Las versiones sobre lo que ocurrió cuando los europeos llegaron a América son tan distintas como el lugar donde se cuentan. En España, el 12 de octubre es celebrado como fiesta nacional que celebra la hispanidad a partir de "la pluralidad cultural y política, además de la integración de los reinos en una misma monarquía".
En la versión oficial de la mayoría de países latinoamericanos que se enseña durante la educación básica, aquel proceso histórico se conmemora el día de la Raza en alusión al instante en que se unieron dos mundos que forjaron la cultura de la que somos producto. Sin embargo, a más de 500 años de distancia, el llamado "Descubrimiento de América" luce completamente distinto del ideal hispánico o de principios de una raza que se celebra oficialmente.
Para concretar una invasión como la que ocurrió en América, no sólo se requiere de la imposición a sangre y fuego de una fuerza, también es necesaria una justificación ideológica lo suficientemente poderosa que sirva de legitimación a la causa. El barbarismo, la inferioridad cultural o racial son algunos de los principios más utilizados a través de la historia por los conquistadores. No obstante, en las colonias dominadas de América Latina, la justificación primigenia alimentó un discurso que no sólo apuntaba a la inferioridad racial, también a la animalidad; para los conquistadores y misioneros, los indígenas nativos respondían a un estado infrahumano.
Los pueblos prehispánicos, su cultura y tradiciones correspondían a las de criaturas bestiales, de modo que el derecho natural y divino guiado por el ascenso de la civilización ante la barbarie, encontró en esta debilidad una causa suficiente para acreditar la conquista y sus horrores.
Los misioneros de las distintas órdenes religiosas jugaron un papel apenas más importante que el de los conquistadores que con pólvora y hierro eliminaron la resistencia indígena a perecer bajo un nuevo orden. Los frailes se encargaron de instruir las costumbres, el pensamiento y sobre todas las cosas, la religión en el "Nuevo Mundo", desapareciendo todo lo que conocían los antiguos pobladores.
Las crónicas y relaciones de la época corrían a cargo de los hombres de fe y como tal, son los testimonios más directos de lo que aconteció en todo el siglo XVI en América. La caracterización de los indígenas de Fray Ginés de Sepúlveda explica la inferioridad americana ante la "civilización" europea:
"Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio y todo género de virtudes y humanos sentimientos son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, como gentes crueles e inhumanos a muy mansos, exageradamente intemperantes a continentes y moderados, finalmente, estoy por decir, cuanto los monos a los hombres".
La expresión de Sepúlveda es una de las más radicales en la época; sin embargo, mantiene la lógica apologista de la conquista a través de pseudoargumentos que también involucran razones morales, de organización social y diferencias entre razas. El razonamiento del cronista Francisco López de Gómora versa sobre la cuestión ascética en el mismo sentido:
"Facilísimamente se juntan con las mujeres, y aún como cuervos o víboras, y peor; dejando aparte que son grandísimos sodomitas, holgazanes, mentirosos, ingratos, mudables y ruines..."
Para Vitoria, los indígenas americanos eran parecidos a los retrasados mentales por su paupérrima organización política, pues argumentaba que "esos bárbaros, aunque, como se ha dicho, no sean del todo incapaces, distan, sin embargo, tan poco de los retrasados mentales que parece no son idóneos para constituir y administrar una república legítima dentro de los límites humanos y políticos".
Ortiz realizó una completa apología y la envió al Consejo de Indias para legitimar la esclavitud y las encomiendas a partir de los vicios y la nula idea de dios en quienes llamo, "brutos animales".
"Cuando más crecen se hacen peores; hasta los diez o doce años parecen que han de salir con alguna crianza; pero de allí en adelante se vuelven como brutos animales; en fin, digo que nunca crió Dios tan cocida gente en vicios y bestialidades, sin mezcla de bondad o cortesía".
Cabe advertir que a pesar de que ésta era la opinión general, no fue compartida por una minoría religiosa, tal es el caso de Fray Bartolomé de las Casas que desde su trinchera, pugnaba por reconocer a los indios como hombres tal como los españoles.