los ideales románticos porque coincidieron con nuestra realidad
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La generación de escritores, publicistas y hombres de Estado que alcanzó su mayoría de edad en la década de 1830 -conocida como «Generación del 37» constituyó en la historia argentina el primer movimiento intelectual con un propósito de transformación cultural totalizador, centrado en la necesidad de construir una identidad nacional. Estuvo formada por algunos de los escritores más importantes del siglo diecinueve argentino, algunos de ellos, como Sarmiento y Mármol, de proyección continental. Las figuras principales del movimiento fueron pocas, y dominarían la vida cultural, argentina hasta los años 1880: Esteban Echeverría (1805-1851), Juan Bautista Alberdi (1810-1884), Juan María Gutiérrez (1809-1878), Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Vicente Fidel López (1815-1904), Bartolomé Mitre (1821-1906), José Mármol (1807-1882), Félix Frías (1816-1881). Una pléyade de escritores menores engrosaba las filas del movimiento -Florencio Balcarce (1818-1839), Luis L. Domínguez, Miguel Cañé (padre) (1812-1859), José Rivera Indarte (1807-1845), Manuel José Quiroga Rosas, Juan Thompson, y otros, a los cuales debe agregarse un número importante de escritores extranjeros, algunos de ellos de gran capacidad literaria, que en diversos momentos de su vida participaron en el movimiento romántico difundido por los argentinos: Andrés Lamas, Adolfo Berro, Alejandro Magariños Cervantes, José Victorino Lastarria, Jacinto Chacón, Francisco Bilbao, Santiago Arcos, y otros. Por otra parte, al contrario de la generación literaria subsiguiente, la de 1845, los primeros románticos argentinos lograron en sus comienzos una cohesión grupal y un grado de institucionalización inusitados para la época y para la región: el Salón Literario de 1837, la Asociación de la Joven Argentina, la Asociación de Mayo, y las redacciones compartidas de un puñado de periódicos de ideas definieron un «partido» literario e intelectual, que se imaginaría con capacidad de reemplazar a los auténticos partidos que entonces se disputaban el poder.