Los banqueros, reyes y conquistadores, debían pagar con interés
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
no
Explicación:
tenían un cargo especial hilos valoraban mucho
Respuesta:
Mantener imperios ha sido siempre una actividad costosa. Y más aún si, como ocurría en el caso español, sus territorios se encuentran dispersos y rodeados de enemigos. Entre la coronación de Carlos V en 1517 y la muerte en 1700 de Carlos II –el último soberano de la casa de Austria–, la monarquía española vivió en un estado casi permanente de guerra que, durante largos períodos, tuvo varios escenarios simultáneos.
Muchos observadores percibieron ya entonces la conveniencia de mantener una proporción entre los objetivos imperiales y los recursos económicos disponibles. De hecho, varios de ellos aconsejaron a los reyes renunciar a algunos de sus dominios, como Italia o los Países Bajos.
Pero este principio no era aplicable para los gobernantes de un imperio que, desde su punto de vista, era portador de un destino mesiánico ineludible: la defensa de la fe católica, permanentemente amenazada por herejes e infieles.
Para financiarlo, la Corona acudió a un incremento constante de la presión fiscal. Por un lado se crearon nuevos impuestos, como el excusado, los millones, la sisa o el subsidio de galeras, que recayeron principalmente sobre el contribuyente castellano. Por otro, los gobernantes pidieron una y otra vez a las Cortes la aprobación de servicios extraordinarios.
Cuando la situación se puso verdaderamente difícil, el Imperio no dudó en vender bienes pertenecientes a la Iglesia y las órdenes militares, así como encomiendas o cargos públicos. Y en los momentos de desesperación, como ocurrió en 1649, se tomaron medidas aún más extremas, como incautar la plata procedente de las Indias que iba destinada a particulares
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