Los altruistas no son más que hipócritas encubiertos. Es lo que dice Michael Ghilisen, un biólogo estadounidense conocido por sus investigaciones de las babosas de mar, tanto que un compuesto químico defensivo de estos animales se denomina ghilisenina en su honor. Pero las palabras anteriores no aluden a las babosas, sino a las personas. Esta cita marcó la pauta de buena parte de lo que siguió, como en esta frase extraída de The Moral Animals, escrito dos décadas más tarde por el periodista científico Robert Wright: “... la pretensión de desinterés forma parte de la naturaleza humana tanto como su frecuente ausencia”. Y también está George Williams, el biólogo evolutivo estadounidense que adoptó la que quizá sea la postura más extrema. Dada su sombría evaluación de la “vileza” de la naturaleza, a Willliams le parecía que describirla como “amoral” o “moralmente indiferente”, no era bastante, y llegó a acusar a la naturaleza de “flagrante inmoralidad”, convirtiéndose así en el primer y esperemos que último biólogo en infundir una agencia moral al proceso evolutivo. El argumento suele ser el siguiente: (1) la selección natural es un proceso egoísta y ruin, (2) esto genera automáticamente individuos egoístas y ruines, y (3) solo los románticos con flores en el pelo pensarían otra cosa. DEL TEXTO PRESENTADO, ¿CUÁLES SON LOS TEMAS ABORDADOS? ESCRÍBELOS. *
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no le creas bro natanael cano habla de eso en un corrido tumbado y dice lo contrario
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