los alimentos caseros son mas naturales
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no bueno eso pienso :b
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espero te sirva esto aunque creo que no :b
OwO
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Los lineales de los supermercados están repletos de productos en cuyos envases se proclama que son naturales, con el fin de dar a entender que son sanos: “100% natural”, “receta de la abuela”, “casero”, “sin colorantes ni conservantes”, “nada artificial”... Estos mensajes publicitarios confunden a los consumidores; expertos en nutrición alertan sobre las verdades a medias, o incluso falacias, que con frecuencia se esconden tras ellos.
De hecho, muchos alimentos que se anuncian como naturales contienen ingredientes muy poco recomendables, cuyo consumo debería ser ocasional.
Una dicotomía sin sentido
Apelar a lo natural constituye, según explica José Miguel Mulet, profesor titular de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y autor del libro Comer sano (Destino, 2018), “una herramienta de marketing muy poderosa porque a todo el mundo le atraen conceptos como los espacios naturales”. Con este reclamo se consigue “crear un sentimiento positivo en el consumidor para que compre”.
Pero lo cierto es que considerar que todo lo natural es bueno para la salud y que todo lo artificial es perjudicial carece por completo de sentido. Beatriz Robles, tecnóloga alimentaria y dietista-nutricionista ofrece dos ejemplos clarificadores: “En la naturaleza podemos encontrar sustancias letales como la toxina botulínica”. Por otra parte, existen compuestos sintéticos (es decir, ‘artificiales’) “que nos ayudan a combatir las enfermedades, como los medicamentos”.
En opinión de Robles, los mensajes sobre las supuestas bondades de lo natural que emplea la industria alimentaria buscan “una reacción emocional, en este caso basada en el miedo: los consumidores tratan de evitar determinados componentes de los alimentos porque creen que pueden ser perjudiciales”.
¿Qué es la quimiofobia?
Ese rechazo a lo artificial o a aquello que contiene sustancias químicas se conoce como quimiofobia y se extiende a muchos ámbitos de la vida, entre ellos el de la alimentación. Como muchas otras fobias, se nutre tanto de lo irracional como del desconocimiento. Al fin y al cabo, tal y como enfatiza Mulet, la química se encuentra en todo aquello que nos rodea, incluidos nosotros mismos: “Todo es química”.
Robles apunta que la quimiofobia en el ámbito alimentario se ha centrado, sobre todo, en los aditivos. “No podemos valorar los alimentos en función de los aditivos que contengan”, advierte. Reconoce que los productos “con muchos aditivos probablemente sean ultraprocesados, pero en ese caso el problema no radica en ellos, sino en el alimento en sí, que seguramente estará hecho con materias primas de mala calidad”. Entonces, ¿cómo discernir si un alimento es saludable o no? Para averiguar si un producto es de buena o mala calidad, la experta recomienda leer el etiquetado fijándose en tres aspectos clave:
Denominación del alimento (no se debe confundir con la marca o el nombre comercial), que se encuentra justo delante de la lista de ingredientes. Por ejemplo, puede ser un “fiambre de pavo” (de peor calidad que la “pechuga de pavo”) o bien un “sucedáneo de queso”.
Lista de ingredientes, que sigue un orden decreciente en función de la calidad. Así, por ejemplo, si en los primeros puestos encontramos harinas refinadas, azúcar, grasas vegetales de mala calidad… estamos ante una muestra de que no se trata de un buen producto.
Tabla del valor nutricional, en la que hay que prestar especial atención a aspectos como la cantidad de sal (que será moderada-alta si supera los 0,7-0,8 gramos por cada 100 gramos de producto) o las grasas saturadas.
Todo lo anterior influye mucho más en la calidad de los alimentos que los aditivos o números E que, en palabras de Robles, “no tienen mayor problema”.
fábrica de galletas
Muchos alimentos que se anuncian con reclamos como "caseros" o "100% natural" son productos ultraprocesados ricos en grasas saturadas, harinas refinadas, sal, azúcar...
Los números E no son tan fieros como los pintan
Los aditivos son, según la definición de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), “sustancias que no se consumen como alimentos, ni se usan como ingredientes, y cuya adición intencionada a los productos alimenticios tiene un propósito tecnológico en cualquiera de las fases de su elaboración”.
Para ser autorizados, los aditivos no deben representar ningún peligro para la salud del consumidor cuando se usan siguiendo las dosis propuestas. Deben haber sido evaluados toxicológicamente y sometidos a ensayos que demuestren su inocuidad. En realidad, tal y como asevera Mulet, “no hay nada inocuo”. Todo puede ser letal en función de la dosis; en el caso del agua, “si te bebes 7 litros de una vez, te mueres”.