lo ultimo en safaris
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EL ÚLTIMO SAFARI (1967)
Dirección: Henry Hathaway.
Intérpretes: Stewart Granger, Kaz Garas, Gabriella Licudi, Johnny Sekka.
Miles Gilchrist (Stewart Granger), un veterano cazador, deja en la estacada a su cliente, Casey (Kaz Garas), un joven millonario americano, y decide buscar al elefante que mató a su mejor amigo. Sin embargo, Casey, interesado en las morbosas intenciones del cazador, le seguirá por todas partes acompañado de una chica, Grant (Gabriella Licudi), en lo que constituirá el último safari de Gilchrist.Pocas veces hallaremos en la historia del cine un título más elocuente que el de esta película. Porque “El último safar”i, tal cual, hace referencia no sólo a las peripecias del personaje principal (un cazador obsesionado con matar un elefante), sino también a la agonía del “cine de safaris”. Y resulta igual de significativo constatar que (¿casualmente?) su protagonista fuera Stewart Granger, el mismo actor que puso de moda este tipo de películas con “Las minas del rey Salomón” (1950). Da la impresión de que el realizador Henry Hathaway era consciente de que esta cinta suponía el canto de cisne de una manera de concebir el cine de aventuras. De ahí el deliberado matiz crepuscular, rayano a veces en la amargura, de una historia no tan simple como podría parecer a primera vista. Sin embargo, no puede decirse que “El último safar”i goce de un lugar privilegiado en la larga y prolífica carrera de Hathaway, cineasta sólido donde los hubiere pero casi siempre relegado por la crítica al puesto de “buen artesano”.¿Por qué una película que, a priori, debía erigirse en testamento artístico de su cineasta e, indirectamente, del género de aventuras, no despertó el interés de los especialistas? Un visionado superficial deja bien claros los motivos de este desdén:• Un guión marcado por el humor a la hora de describir la mayoría de los episodios y en absoluto acorde con la ambición del tema.
• Una realización poco brillante, rutinaria y deficiente en algunos aspectos técnicos, como, por ejemplo, el exceso de fauna y paisaje africanos para llenar metraje, o el uso poco creíble de las transparencias.
• Un casting que, salvo en el caso de Granger, se reveló ineficaz para transmitir la intensidad de la historia. En particular, Hathaway no quedó satisfecho con el actor de origen lituano Kaz Garas (en el papel de Casey) y hubiera preferido una actriz negra para el papel de Grant.
• El parecido evidente (e innecesario) con “Hatari!”, la película realizada cinco años antes por Howard Hawks y que, al contrario de ésta, sí gozó de una gran aceptación.
Dirección: Henry Hathaway.
Intérpretes: Stewart Granger, Kaz Garas, Gabriella Licudi, Johnny Sekka.
Miles Gilchrist (Stewart Granger), un veterano cazador, deja en la estacada a su cliente, Casey (Kaz Garas), un joven millonario americano, y decide buscar al elefante que mató a su mejor amigo. Sin embargo, Casey, interesado en las morbosas intenciones del cazador, le seguirá por todas partes acompañado de una chica, Grant (Gabriella Licudi), en lo que constituirá el último safari de Gilchrist.Pocas veces hallaremos en la historia del cine un título más elocuente que el de esta película. Porque “El último safar”i, tal cual, hace referencia no sólo a las peripecias del personaje principal (un cazador obsesionado con matar un elefante), sino también a la agonía del “cine de safaris”. Y resulta igual de significativo constatar que (¿casualmente?) su protagonista fuera Stewart Granger, el mismo actor que puso de moda este tipo de películas con “Las minas del rey Salomón” (1950). Da la impresión de que el realizador Henry Hathaway era consciente de que esta cinta suponía el canto de cisne de una manera de concebir el cine de aventuras. De ahí el deliberado matiz crepuscular, rayano a veces en la amargura, de una historia no tan simple como podría parecer a primera vista. Sin embargo, no puede decirse que “El último safar”i goce de un lugar privilegiado en la larga y prolífica carrera de Hathaway, cineasta sólido donde los hubiere pero casi siempre relegado por la crítica al puesto de “buen artesano”.¿Por qué una película que, a priori, debía erigirse en testamento artístico de su cineasta e, indirectamente, del género de aventuras, no despertó el interés de los especialistas? Un visionado superficial deja bien claros los motivos de este desdén:• Un guión marcado por el humor a la hora de describir la mayoría de los episodios y en absoluto acorde con la ambición del tema.
• Una realización poco brillante, rutinaria y deficiente en algunos aspectos técnicos, como, por ejemplo, el exceso de fauna y paisaje africanos para llenar metraje, o el uso poco creíble de las transparencias.
• Un casting que, salvo en el caso de Granger, se reveló ineficaz para transmitir la intensidad de la historia. En particular, Hathaway no quedó satisfecho con el actor de origen lituano Kaz Garas (en el papel de Casey) y hubiera preferido una actriz negra para el papel de Grant.
• El parecido evidente (e innecesario) con “Hatari!”, la película realizada cinco años antes por Howard Hawks y que, al contrario de ésta, sí gozó de una gran aceptación.
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