Lo necesito urgente: Cuál fue la influencia de los Estados Unidos en América Latina entre 1945 y 1961.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Aunque algunas cosas –como la enorme asimetría de poder– no han cambiado, la relación entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe ya no es como antes. Washington ya no despliega una sola «política latinoamericana», sino diferentes estrategias bilaterales o subregionales: México, América Central y el Caribe conforman un área profundamente integrada, a través de la migración y el comercio, a EEUU; la zona andina constituye el foco de mayor preocupación norteamericano, debido a la inestabilidad política y el narcotráfico; mientras que los países del Cono Sur cuentan con un margen de maniobra que no existía en el pasado. En general, la agenda estadounidense para América Latina está menos basada en la geopolítica, la seguridad nacional y la ideología y más centrada en la economía, en el marco de problemas compartidos como el narcotráfico, el ambiente y la migración.
ratorias de EEUU y el reforzamiento de las fronteras pueden afectar marginalmente la tasa de ingreso de migrantes no autorizados, pero no modificarán las causas ni las fuentes de los flujos migratorios.
En una perspectiva de más largo plazo, es probable que durante los próximos 25 años las naciones de América Central y el Caribe resulten aún más atraídas a la órbita estadounidense, tanto como resultado de tendencias subyacentes como de políticas concretas, tales como el Tlcac-RD. Utilizarán el dólar como moneda corriente informal y, en muchos casos, oficial; enviarán casi todas sus exportaciones a EEUU; se apoyarán abrumadoramente en el turismo, la inversión, las importaciones y la tecnología norteamericanas; absorberán la cultura popular y las modas de ese país y también influirán en la cultura popular de EEUU; formarán jugadores de béisbol para las ligas estadounidenses y, quizás, presentarán sus propios equipos de liga mayor. Seguirán enviando muchos migrantes hacia el norte, y muchos países recibirán un número creciente de estadounidenses jubilados como residentes estables. Y los ciudadanos y las redes transnacionales crecerán en importancia. Todas estas tendencias incluirán seguramente en algún momento, quizás pronto, a Cuba.
Aunque algunas cosas –como la enorme asimetría de poder– no han cambiado, la relación entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe ya no es como antes. Washington ya no despliega una sola «política latinoamericana», sino diferentes estrategias bilaterales o subregionales: México, América Central y el Caribe conforman un área profundamente integrada, a través de la migración y el comercio, a EEUU; la zona andina constituye el foco de mayor preocupación norteamericano, debido a la inestabilidad política y el narcotráfico; mientras que los países del Cono Sur cuentan con un margen de maniobra que no existía en el pasado. En general, la agenda estadounidense para América Latina está menos basada en la geopolítica, la seguridad nacional y la ideología y más centrada en la economía, en el marco de problemas compartidos como el narcotráfico, el ambiente y la migración.
Estados Unidos y América Latina a principios del siglo XXI
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970, la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica estuvo determinada por la «presunción hegemónica» de EEUU: es decir, la idea de que este país tenía el derecho de insistir en la solidaridad –por no decir la sumisión– política, ideológica, diplomática y económica de todo el hemisferio occidental. Durante esos años, para asegurarse que partidos y líderes favorables controlaran los gobiernos de la región, Washington utilizó el poderío militar de los Marines y la División Aerotransportada 82, la intervención clandestina de la CIA, el consejo y la tutela de sus agregados militares, la ayuda para el desarrollo y, a veces, las imposiciones de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID). A esto se sumaban las cuotas azucareras, las tarifas preferenciales y otras formas de estímulo del crecimiento económico, además de la activa diplomacia del Departamento de Estado, la financiación y el asesoramiento a los partidos políticos, y el trabajo de la Agencia de Información de EEUU (USIA). En otras palabras, lo que fuera necesario en cada caso.
aunque Brasil, Cuba, Chile y, más recientemente, Venezuela son excepciones importantes.