libro yaotl en la tierra de los muertos de la coleccion el viaje del colibri EXPLICACIÓN
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Respuesta:
En la época precolombina, en Mexico como en otros lugares, existieron historias y leyendas que trataban temas como el amor, la guerra y la muerte, entre otros, que de alguna forma tienen influencia sobre quienes somos. Muchas veces pensamos que con el tiempo descubrimos nuevas formas de mejorar nuestras vidas y descubrimos que alguien ya lo había pensado. Un ejemplo de esto es la importancia de explicar a los niños el tema de la muerte.
Héctor López, autor del libro “Leyendas mexicanas contemporáneas,” nos introduce a la Cultura Azteca y de cómo ésta percibía la muerte. Los aztecas pensaban que el morir los hacía honorables porque se necesitaba mucho valor para enfrentar la muerte. Las personas que morían de enfermedad o de muerte natural pasaban a Mictlán por cien años para fundirse con el universo. Mictlán era algo así como el purgatorio. Por otro lado, los guerreros que morían en batallas y los prisioneros que morían sacrificados no tenían que pasar por Mictlán sino que se formaban parte de la naturaleza después de morir.
Una de las leyendas que se contaban a los niños para que entendieran la muerte es la historia de “Yáotl en la tierra de la muerte”:
Yáotl era un niño que había perdido a su padre en una guerra. Sentado una tarde en un adobe enfrente de su casa, viendo al sol ocultarse en el horizonte sintió cómo la oscuridad lo separaba de su madre, de su perro y su casa. Recordó a su padre y que su madre le había dicho que los guerreros acompañaban al son todas las mañanas hasta el medio día para después convertirse en aves fénix, y también que el sol descendía hasta Mictlán después de ocultarse. Triste y en compañía de su perro, Yáotl se echó a correr tras del sol para llegar a Mictlán y poder ver a su papá.
En el camino, Yáotl tuvo que pasar varios obstáculos siendo el primero de ellos los cerros. Con mucho esfuerzo, Yáotl y su fiel mascota llegaron a la cima. El segundo obstáculo fue una enorme serpiente que quería devorarlos. Corriendo en direcciones opuestas, Yáotl y su perro burlaron a la serpiente y escaparon. El siguiente obstáculo fue una iguana gigante con ojos imponentes. Los dos se escondieron rápidamente y cuando la iguana se acercó para buscarlos, Yáotl le lanzó un puño de arena y aprovecharon para escapar.
Los dos llegaron a un páramo desierto. Caminaron por horas y la sed y el calor les hacían su travesía muy difícil. Ya casi a punto de desfallecer encontraron un manantial donde se refrescaron y durmieron para tomar fuerzas y continuar. Un viento frio los despertó unas horas después. Siguieron caminando a través de los árboles y plantas extrañas de aquel lugar. De repente escucharon un murmullo; era el rio, el último obstáculo. Yáotl y su perro luchaban en contra de las aguas violentas y agitadas el rio. Esforzándose mucho, el perro ayudó a Yáotl a salir a tierra firme. Contentos por cruzar el rio, los dos empezaron a reír por un rato. Cuando se calmaron se dieron cuenta de que habían llegado a un lugar oscuro, escalofriante y lleno de cuevas.
Solo, Yáotl entró a la cueva más grande. Al ver los montones de huesos, Yáotl sintió escalofríos. Paso por varias habitaciones hasta que escuchó una poderosa voz:
- ¿Qué buscas en el lugar de los muertos?
Yáotl atemorizado como nunca antes no pudo pronunciar palabra.
- ¿Por qué vienes a profanar los dominios de Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl, señores de la muerte?
Yáotl juntó todas sus fuerzas, se armo de valor y les contestó que había hecho un viaje muy difícil y que buscaba a un guerrero que había muerto cuatro años atrás. A su padre. A lo que el señor de la muerte le respondió que los guerreros no iban a Mictlán y que su tarea era acompañar al sol. El señor continuó diciendo:
- Aquí sólo se encuentran los que mueren de enfermedad o de muerte natural. Ustedes se tienen que conformar con los símbolos que les envíanos a través de la naturaleza. Y tú has profanado Mictlán por lo que serás sacrificado.
Retrocediendo atemorizado porque los señores de la muerte se acercaban lentamente, Yáotl escuchó los ladridos de su perro. De repente a Yáotl se le vino una lluvia de imágenes a su mente y se dio cuenta de que estaba sentado en un adobe enfrente de su casa. Mientras que Yáotl miraba a su perro dar vueltas, un colibrí se posó en su
hombro por un momento. Yáotl se levantó y corrió gritando:
- ¡Madre, madre, mi padre vino a verme!
Explicación:
esta es la explicación que te podría dar del libro