leyendas inventadas del rayo
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación: "el rayo"
Juan, Alfredo, el viejo Agustín y yo, estábamos sentados mateando en un tronco que había caído hace tiempo y lo usábamos de asiento.
Entre mate y mate, el viejo Agustín se levantó y mirando el cielo que se estaba oscureciendo cada vez más. Señaló el tronco, miró el cielo y se persignó, con cara de espanto.
Nos sorprendió tal reacción ya que él era hombre tranquilo, de versear algunas veces, amigo respetable.
Nos miró a cada uno, como quien mira a alguien por ultima vez y desapareció entre la arboleda que circundaba la casa.
Un fuerte trueno, fue el presagio de lo que acontecería después.
Corrimos a refugiarnos de la fuerte lluvia bajo un alero.
No sería esta, ni la primera ni la última lluvia que nos encontrara lejos de nuestras casas, así que seguimos mateando, de parados.
De pronto el cielo se partió en dos, un fuerte relámpago iluminó los campos,
la línea zigzagueante del rayo, avanzó hacia nosotros, y en un instante vimos como el tronco en el que estábamos sentados se trasformaba en fuego y humo desapareciendo del lugar.
Estábamos cerca, así que cada uno de nosotros sintió el cimbronazo de la cercanía del relámpago ya trasformado en rayo y el ruido espantoso del trueno sobre nuestras cabezas.
Aturdidos cada uno corrió para su casa.
A la mañana siguiente nos encontramos para saber como estábamos después de lo pasado. El viejo agustín no llegó, nos extraño, y fuimos hasta su casa, no estaba.
Entramos y nos encontramos con una carta en la que Agustín relataba una historia o más bien una leyenda.
“ Dicen que hace muchos, muchos años, cuatro amigos bendecido por los dioses, se reunían bajo un frondoso árbol, en las afuera de la casa de uno de ellos, a conversar.
Un día se acercó el dios de “la tragedia”, para pedirles que tenían que cumplir un encargo, encontrar la manera de pacificar las terribles peleas que ocurrían entre la gente de ese pueblo.
Mucha sangre estaba corriendo y nadie hacía nada para detenerlos.
Cuando los dioses se retiraron, los cuatro amigos se miraron entre si, y “olvidaron” el reclamo encargado.
Pasó el tiempo y pocos habitantes quedaban en el pueblo, debido a las muertes allí ocasionadas.
Ellos que tenían el poder de pararlo, y lo omitieron.
Esto enfureció a los dioses.
Que oscurecieron el cielo, chocaron las nubes y enviaron una descarga eléctrica de furia sobre los cuatro amigos que no supieron o no quisieron que la paz volviera al pueblo.
Yo conocía la historia y por eso huí. Porque nosotros hoy, cuatro amigos, nada hacemos por detener la injusticia, la desidia, delincuencia a la que estamos sometidos.
Y ese rayo que nació con la desobediencia, volvió hacerse presente hoy.
Así aparecerá cada vez que los hombres no encuentren el verdadero camino de la paz”
“Cuando terminamos de leer la carta nos dimos cuenta que ya no existíamos.
Éramos solo una nube de humo salida del viejo tronco quemado por el rayo.”
Cuentan los que saben, que cabalgan por las nubes formando murallas de rencores que hacen estallar sobre los humanos cuando estos equivocan el camino.
Son los rayos furiosos de las noches de tormentas.