Lee los siguientes fragmentos e identifica en cada uno una característica y un tema propio del
romanticismo.
¡Pobre Teresa! ¡Al recordarle siento un
pesar tan intenso…! Embarga impío
mi quebrantada voz mi sentimiento, y
suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa
donde, vil polvo, tu beldad reposa.
Callad, por Dios, ¡Oh, don
Juan!
Que no podré resistir
Mucho tiempo sin morir
Tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
Que oyéndoos me parece
Que mi cerebro enloquece
Y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
Un filtro que a rendiros os
ayuda
La virtud de la mujer
Cuando la trémula mano
Tienda, próximo a espirar,
Buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie
De mis ojos el cristal,
Mis párpados aún abiertos
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
Una oración, al oírla,
¿quién murmurará?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
¡Oh, Teresa! ¡Oh, dolor! Lágrimas mías
¡ah!, ¿dónde estáis, que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días
no consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh, los que no sabéis las agonías
de un corazón que penas a millares,
¡ay!, desgarraron y que ya no llora,
¡piedad tened de mi tormento ahora!
¡Oh, dichosos mil veces, sí, dichosos
los que podéis llorar, y, ¡ay! , sin ventura
de mí, que entre suspiros angustiosos
ahogar me siento en mi infernal tortura!
¡Refuércese entre nudos dolorosos
mi corazón, gimiento de amargura !
También tu corazón, hecho pavesa,
¡ay!, llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!
¿Quién pensará jamás, Teresa mía,
que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
en que perdido el celestial encanto
y caída la venda de los ojos,
cuanto diera placer causara enojos?
¡Pobre Teresa! ¡Al recordarle siento
un pesar tan intenso…! Embarga impío
mi quebrantada voz mi sentimiento,
y suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa
donde, vil polvo, tu beldad reposa