Lee el texto que aparece a continuación XVI Lo que caracteriza a los hombres y los pueblos débiles es la adoración a la fuerza. Sufrir la fuerza, he ahí la enorme tristeza. Pero adorar la fuerza ¿cuál vileza igual a esa vileza? Ella reviste en nuestra América los caracteres inverosímiles del milagro, las proporciones desconcertantes de lo fantástico. ¿Esa adoración es hija de la debilidad? No: es hija de la indignidad, es que lo primero esos pueblos olvidaron en su rápido descenso hacia la muerte, fue su Historia. Con ella perdieron su corazón, en el cual, un día el heroísmo había batido alas tan grandes, que la vibración de esas alas había hecho temblar la tierra. Por el olvido de esa gloria cayeron en la servidumbre y consumidos fueron por la llama de su degradación, y yugo sobre yugo, cayeron sin aliento, y yacen insepultos, en los llanos del silencio, devastados por el hacha conquistadora. Sin embargo, aún tienen fuerza para gritar desde el fondo de su miseria nuevos títulos a su opresión. Se sienten hartos de la presencia y de la omnipotencia de su propia tiranía. Piden la extraña, el tacón de las botas de sus amos no les basta y piden las de los amos extranjeros para poner bajo ellas los labios inflamados de adoración. y, adoraron a Roosevelt, y, adoraron a Taft. y, adoraron a Elius Rooth, el San Pablo parlanchín de esos cristos de la conquista. La admiración al yanki, es en la América Latina, la señal más viva y, más profunda de nuestra degradación. El espectáculo del alma sudamericana, corriendo ante el yugo de los aventureros, que no se dignan ni acariciarla para encadenarla, es el más bochornoso espectáculo que a los ojos humanos le haya sido dado contemplar en estos días tan tristes, en que, muerta la libertad, parece haber hecho testamento en favor de la conquista. En esta hora de las abdicaciones, esos pueblos que llevan la muerte en el corazón, comienzan por confesarla. En el alma de esas sociedades moribundas vive la traición y el miedo a los amos de la tierra. A los cuales tienen el triste orgullo de obedecer. Y ellos, ponen el corazón de América, bajo las plantas de los invasores, para que lo rompan, los aceptan como aliados de la libertad, para que funden la paz sobre una tierra que el recuerdo de las más grandes batallas hacía sagrada. La falange de los muertos es lo único que parece quedar en pie, defendiendo con la fascinación del pasado, un mundo que la corrupción de sus descendientes entrega lentamente al invasor. ¡Felices muertos! Ellos siquiera son libres, en el imperio de la muerte no hay esclavos José María Vargas Vila (Fragmento)
Lo que critica José María Vargas Vila en su texto es… _________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________ Piedra y cielo Entre 1939 y 1940 se publicaron en Colombia los siete cuadernos poéticos Piedra y Cielo, obra de otros tantos poetas, entre los que destacaban los escritores Jorge Rojas y Eduardo Carranza. Para el estudioso Rafael Gutiérrez Girardot, los piedracielistas encarnan una revolución contra la redundancia acartonada del modernismo que cultivaban autores como Guillermo Valencia. Se trata, opina Gutiérrez Girardot, de una revolución en la “tradición”, pues se alejan de las temáticas y formas modernistas recurriendo a un verso más ligero, propio del clasicismo castellano, y abordando temas como el amor o la patria. Según Carranza: “Un exceso de gracias, finuras y preciosismos encontrábamos en nuestros predecesores y queríamos rechazar su ascendiente dando una nota de gobernada pasión. [...] Queríamos ser más subjetivos, más líricos. [...] Queríamos para nuestra propia poesía un acento fundamentalmente expresivo más que esbelto, y revelador del hombre. [... ] Queríamos conciliar la vigilia y el sueño, la conciencia y el dolor”. Dice Luis Carlos Molina que “los piedracielistas dejaron en el desván toda la utilería poética del Centenario, ánforas, capiteles, incienso, báculos y laureles del Parnaso, y adoptaron los trigales, las amapolas, los esteros, las palmeras y los potros” PARA TENER EN CUENTA: El tipo de verso que predominó en las composiciones piedracielistas es el soneto: Composición poética formada por catorce versos de arte mayor, generalmente endecasílabos (11 sílabas) y rima consonante, que se distribuyen en dos cuartetos y dos tercetos.
Actividad Lee el poema y responde
1. ¿El poema Soneto con una salvedad de Eduardo Carranza se puede considerar un ejemplo típico de piedracielismo? Justifica tu respuesta
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