Lee el siguiente texto y luego responde las preguntas.
Piglia, Ricardo (2010): "las actas del juicio',
Página 12, 26 de diciembre
En la ciudad de Concepción del Uruguay a los diez y
siete días del mes de agosto de mil ochocientos setenta
y uno, el señor Sebastián J. Mendiburu, acompañado de
mí el infrascripto secretario de Actas se constituyó en la
Sala Central del Juzgado Municipal a tomarle declaración
como testigo en esta causa al acusado Robustiano Vega,
el que previo el juramento de decir la verdad de todo lo
que supiere y le fuere preguntado, lo fue al tenor siguiente:
Lo que ustedes no saben es que ya estaba muerto des-
de antes, por eso yo quiero contar todo desde el princi-
pio, para que no se piense que ando arrepentido de que
hice. Que una cosa es la tristeza y otra distinta el arrepen-
timiento. Porque lo que hice ya estaba hecho y no fue más
que un favor, algo que solo se hace para aliviar, algo que
no le importa a nadie. Ni al General.
Para nosotros estaba muerto desde antes. Eso ustedes
no lo saben y ahora arman este bochinche y andan dicien-
do que en los Bajos de Toledo tuvimos miedo. Que lo hici-
mos por miedo. A nosotros decirnos que fue por miedo a
pelear. A nosotros, que lo corrimos a don Juan Manuel y
a Oribe y a Lavalle y al manco Paz. A nosotros que estuvi-
mos aquella tarde en Cepeda, cuando el General nos junto
a todos los del Quinto en una lomada y el sol le pegaba
de frente, iluminándolo, y dijo que si los porteños eran mil
alcanzaba con quinientos. "Porque con la mitad de mis
entrerrianos los espanto", dijo el General, y el sol le achi-
caba los ojos.
En aquel tiempo ya teníamos casi diez años de saber qué
cosa es no haber escapado nunca, qué cosa es galopar y
galopar, como rebotando y sentir la tierra abajo, que re-
tumba, y arremeter a los gritos, mientras los otros son una
polvareda chiquita, como si uno los corriera con la parada.
En ese entonces pelear era casi una fiesta. Y cuando
nos juntábamos era para una fiesta y no para morir. Se
escuchaba el galope, lejos, dele agrandarse y agrandar-
se, hasta que cruzaba el pueblo sin parar, avisándonos.
Ahi nomás las mujeres empezaban a llorisquear y a ve-
ces daba pena por las cosechas o porque los animales
estaban de cria o uno se acababa de juntar y había que
dejarla con ganas, porque el General decía que para pe-
lear como es debido no hay que tener a la mujer con uno;
porque llevar a la mujer a la rastra no es de hombre. El
era el único en llevar mujer, pero el General era distinto y
precisaba mujer por la misma razón que nosotros no la
necesitábamos.
a) En el texto vemos claramente que hay dos voces que toman la palabra. ¿A quiénes pertenecen esas voces?
b) Este fragmento es parte de un cuento, "Las actas del juicio",
de Ricardo Piglia. ¿Qué clase de texto son las actas? ¿Por
qué les parece que un cuento asumiría la forma de un acta?
c) En este relato se menciona la batalla de Cepeda y, al mismo
tiempo, se nombran distintos personajes históricos: ¿podrían averiguar qué importancia tuvo esa batalla? ¿Quiénes
son, además, los personajes históricos que se nombran?
d) En este relato, Robustiano Vega explica las razones que
tuvo para matar al General. ¿Quién es el General? ¿Pueden
averiguar qué se sabe, desde el punto de vista histórico,
sobre su muerte?
Respuestas a la pregunta
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Respuesta:
la aaaa dame conejitas porfaaaa
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Explicación:
que en el texto vemos claramente que hay dos voces que toman la palabra A quiénes pertenecen Esas voces
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