lectura interpretativa quien me dice que tengo que hacer
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La lectura interpretativa o sintética es parecida a la “comprensión lectora”, ya que es una interacción constante entre el lector y el texto, se establecen más allá del contenido literal , es decir, que se hacen inferencias acerca de lo leído, se busca la información implícita que se percibe respecto a la explícita.
Explicación:Primera regla: ubicar palabras clave y comprender su significado
En primera instancia, se deben localizar las palabras importantes y luego indagar cuál es el aspecto fundamental del texto que el autor busca transmitir. Una vez logrado esto, debemos detenernos y pensar si es que son los mismos vocablos que el autor considera relevantes, es decir, descubrir por qué estas palabras son importantes para el autor. Así, en última instancia, se debería llegar a un acuerdo entre lector-redactor. De no lograrse, no se arribará a una comprensión general del texto.
Segunda regla: revelar e interpretar oraciones
En segundo lugar, se debe descubrir e interpretar las principales oraciones. Una oración, desde el punto de vista lógico, es la expresión de un juicio. Con las oraciones, un autor afirma o niega ideas. Además, por el lado del lector, estas deben generar en él una expectativa: la de la demostración.
Los enunciados de un autor no pueden ser asumidos como verdaderos solo por el hecho de estar apoyados en la autoridad de quien los enuncia. El autor debe proceder a demostrar su verdad, para lo que se vale de argumentos, es decir, cadenas de oraciones que despliegan el conocimiento que el autor quiere transmitir. Las oraciones que forman un argumento son, principalmente, de dos clases: premisas y conclusiones. En definitiva, un libro contiene más tipos de oraciones, pero son estas (premisas y conclusiones) las que nos proporcionan el conocimiento que el autor imparte. Naturalmente, lo fundamental son las conclusiones, pero el lector debe analizar las premisas, pues de ellas puede depender que las conclusiones sean ciertas o no.
Tercera regla: localizar o reconstruir argumentos
Es de vital importancia que, después de ubicar las oraciones principales, el lector reconstruya, con sus propias palabras, los argumentos que aparecen en el texto. A algunos de estos se les puede localizar con facilidad, pues se trata de párrafos analizantes o sintetizantes donde el argumento se localiza al inicio o al final de estos. No obstante, en la mayoría de textos, especialmente en los filosóficos, los argumentos se encuentran dispersos. De ser así, al lector le corresponde detenerse, tomar los juicios valiosos y, a partir de estos, armar argumentos, en otras palabras, recoger oraciones y formar secuencias lógicas. Esta es una de las pruebas más valiosas de que el lector está participando activamente en la lectura. Una vez que se junten todos los argumentos, se puede llegar a una conclusión global del texto. Esto funcionaría como la hipótesis global o argumento central del mismo.
Cuarta regla: identificar qué hipótesis quedaron demostradas y cuáles no
Finalmente, debemos saber qué problemas resolvió el autor y cuáles no. Esta cuarta regla está relacionada a la lectura estructural: el lector tiene que conocer los problemas que el autor se planteó. De esta manera, tenemos que descubrir si los problemas planteados fueron resueltos en su totalidad o no, así como si se formularon nuevos. La lectura de interpretación, hecha hasta aquí, permitirá al lector responder estas preguntas acertadamente. Una vez lo haya hecho, estará en condiciones de iniciar la tercera lectura: la evaluativa o crítica.