Las dos fronteras naturales del imperio romano en Europa tuvieron sus propias características argumentar cada una
Respuestas a la pregunta
Las fronteras del Imperio Romano se extendieron a lo largo de 5.000 Km., desde la costa atlántica de Escocia, pasando por el Rin y el Danubio y los Cárpatos hasta el Mar Negro; desde Trabzon (Turquía) en la orilla meridional del Mar Negro hasta el Mar Rojo; y desde allí, atravesando el norte de África, por el límite septentrional del Desierto del Sahara, hasta la costa atlántica de Marruecos.
El
Limes -línea fronteriza bajo control militar según Tácito- fue
levantado principalmente en el siglo II d.C., cuando el Imperio alcanzó
su máxima extensión. En su construcción hicieron alarde de sus
extraordinarios conocimientos de ingeniería, levantando muros en piedra o
madera y excavando grandes fosos defensivos, manteniendo una línea
recta fronteriza que aún hoy en día es motivo de admiración y
aprovechando los límites naturales marcados por los ríos (Rin, Danubio o
Eúfrates), desiertos (Sahara, Siria) o montañas (Cárpatos). Todo este
sistema estaba protegido por un conjunto de fuertes fronterizos y torres
de vigilancia, ubicados simétrica y estratégicamente con una estructura
uniforme, a lo largo del Imperio, y al mismo tiempo local, en función
de las características de cada lugar.
En 1987 fue inscrito el Muro de Adriano (Inglaterra) en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. En el año 2005 se inscribió el Limes de Germania Superior - Raetia en esta Lista, creándose un nuevo segmento del Patrimonio Mundial: Las Fronteras del Imperio Romano. Esta nueva sección se ha visto incrementada en el año 2008 con la inclusión como Patrimonio Mundial del Muro de Antonino (Escocia).
Hemos incluido en esta sección a los Fuertes de la Costa Sajona, en Inglaterra, por constituir un homogéneo sistema defensivo ante los raids piratas, sin bien dentro de los propios límites fronterizos imperiales.