las consecuencias del debate
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El debate de la comunidad de la pasada semana ha permitido extraer algunas conclusiones. Sobre un guión cumplido según lo previsto, las miradas estaban más puestas en la tribuna de invitados (donde estaba la futura presidenta de la comunidad autónoma) que en la de oradores, donde el presidente del Gobierno de Aragón y el portavoz del PP intervinieron por última vez en un debate de política general. Luisa Fernanda Rudi y Eva Almunia (el orden de intervención solo lo despejará las elecciones del 22 de mayo) ocuparán su sitio el próximo año.
Otra vez, la oportunidad de estos debates ha quedado cuestionada. No tanto por su importancia --nadie la pone en duda puesto que los partidos radiografían la situación política actual y hacen sus propuestas, hasta 222 este año, para buscar soluciones y mejorar el estado de la comunidad-- como por su trascendencia. Y es ahí donde en el Ejecutivo y en la oposición surgen preguntas. Las audiencias televisivas y el seguimiento por internet ha sido bajísimo. Incluso en la prensa escrita (que tradicionalmente es la que más seguimiento hace estos debates) ha reducido su tratamiento informativo a piezas secundarias el último día de debate.
Los partidos políticos comparten la opinión. También la mayoría comparte, incluido el PP, que Iglesias salió indemne del debate. "Controla perfectamente los tiempos, sabe dónde hacer daño y además tiene la ventaja de que siempre cierra él las réplicas", afirman dirigentes populares. Alguno incluso admite que tal vez el PP erró en su estrategia. "Si nos hubiéramos centrado en dos o tres aspectos, a lo mejor el rumbo habría sido distinto. Eso sí, buscamos dar una forma menos crispada que en otras ocasiones, que era lo que esperaba Iglesias y una vez leída la intervención de Eloy (Suárez), consideramos que los argumentos son consistentes e impecables".
Si en algo coincide la mayoría de grupos, e incluso miembros del Ejecutivo, es que un debate, aunque sea de política general, no se puede pretender analizar toda la gestión de un Gobierno. Pero esa estrategia de Iglesias y sus colaboradores es deliberada. Datos y más datos, aunque se interpreten a veces de forma interesada. Iglesias además confundió en dos ocasiones su gestión sin poder replicar la oposición: cuando hizo ver que CHA había originado escándalos políticos en Escucha (cuando salieron del PSOE) y cuando le dijo al PP que los dos trasvases de esta legislatura habían ido al Constitucional (y no es exactamente así).
Sorprendió que Iglesias lanzara un mensaje de colaboración al PAR tan evidente, sin mirar en ningún momento a otros posibles aliados. Además de lo que ello implica, los grupos han querido ver en ello una tutela --o un posible lastre-- para el futuro político de su sustituta, Eva Almunia, quien quiere imponer su estilo y donde la principal dificultad será crearse una imagen propia a la vez que va a contar con el apoyo de Iglesias. El guiño al PAR era un objetivo que se había marcado el equipo que trabajó el debate. Junto al bautizo de un término político que fue bien criticado por PP y CHA, el de innovación democrática.
Cumpliendo el papel
Mientras CHA e IU cumplieron con el papel que les correspondía, exigente oposición de izquierdas e invitación a encontrar con el PSOE puntos en común para pactar, el PAR, o mejor dicho, su presidente José Ángel Biel, supo de nuevo acaparar los titulares que la realidad de las estadísticas le niegan.
Apelando al bipartidismo de todos los males que azotan su partido (cuando hoy más que nunca tiene un sinfín de medios locales), puso unas condiciones de pacto prácticamente inasumibles. Y lo sabe. Un compañero de partido piensa que es un cambio de estrategia y que podría ser una puerta abierta a un futuro en la oposición. De lo que nadie duda es de las habilidades del veterano político. Sus adversarios se la reconocen: "Es así. Al final, todos seguimos con más atención lo que dice, aunque sean barbaridades, que las de nuestros propios portavoces, algo increíble".
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