Las causas y consecuencias que tuvo la expulsión de los jesuitas en la segunda mitad del siglo XVII
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La expulsión de los jesuitas más importante fue la que ocurrió a mediados del siglo XVIII en las monarquías católicas europeas identificadas como despotismos ilustrados y que culminó con la supresión de la Compañía de Jesús por el Papa Clemente XIV en 1773. Antes y después de esas fechas, los jesuitas también fueron expulsados de otros estados, en algunos incluso más de una vez —como en el caso de España (1767, 1835 y 1932)
Causas
La inspiración de estas medidas se encuentra en una doctrina política denominada regalismo, que defiende el derecho del Estado nacional a intervenir, recibir y organizar las rentas de sus iglesias nacionales. La expulsión de una orden obediente al papa como la jesuita era económicamente apetecible porque reforzaba el poder del monarca y, además, porque tras la expulsión de una orden religiosa venía luego la correspondiente desamortización de sus bienes, que el Estado podía administrar como creyera oportuno.
La expulsión y supresión de la Compañía de Jesús en el siglo XVIII
Véanse también: Expulsión de los jesuitas de la Monarquía Hispánica de 1767 y Supresión de la Compañía de Jesús.
A mediados del siglo XVIII los jesuitas fueron expulsados de las monarquías católicas más importantes:
Del Reino de Portugal (cuyo rey ostentaba el título de «Rey Fidelísimo») en 1759, acusados por el marqués de Pombal de instigar un atentado contra la vida del rey.1
Del Reino de Francia (la «hija mayor de la Iglesia», cuyo rey era «el Rey Cristianísimo») en 1762, bajo el gobierno del duque de Choiseul, y en el contexto de la polémica entre jesuitas y jansenistas, se revisó la situación legal de la Compañía tras un escándalo financiero, y se consideró que su existencia, además de las doctrinas que defendían (laxismo, casuismo, tiranicidio) era incompatible con la monarquía.2
Del Reino de España (la «Monarquía Católica») en 1767, acusados por Campomanes de instigar el motín de Esquilache (véase Expulsión de los jesuitas de España de 1767).3
Simultáneamente a España, los jesuitas fueron expulsados del reino de Nápoles y, en 1768, del ducado de Parma (ambos vinculados a la Casa de Borbón, pero con otros soberanos).
El propio papa Clemente XIV, proveniente de la orden franciscana, presionado por la mayor parte de las cortes católicas (la única importante que no los había expulsado era la austríaca), accedió a disolver la Compañía, muchos de cuyos miembros se habían reubicado en los propios Estados Pontificios, mediante el breve Dominus ac Redemptor, de 21 de julio de 1773.4
Las expulsiones afectaron la presencia de la Compañía de Jesús en los imperios coloniales de cada una de esas potencias (Imperio portugués, Imperio francés e Imperio español), donde previamente se había visto inmersa en serios conflictos (reducciones jesuíticas, expulsión de los jesuitas de Brasil en 1754 —cinco años antes que en la metrópoli—,5) que estuvieron entre las causas del movimiento anti jesuítico en Europa.
Exilio
Las expulsiones y la posterior disolución de la Compañía de Jesús trajeron como consecuencia el exilio de una gran cantidad de jesuitas en países oficialmente no católicos que toleraban la presencia de súbditos católicos, como el reino de Prusia o el Imperio ruso (que en 1772 habían llevado a cabo el reparto de Polonia, de población mayoritariamente católica). Ambos monarcas (Catalina la Grande de Rusia y Federico II de Prusia) ignoraron el decreto papal, lo que permitió la continuidad de los colegios jesuitas, y de hecho la reorganización de lo más selecto de la intelectualidad de la Compañía.