Las causas que provocan que España pasará a ser una potencia de segunda orden , .
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España entró en la Edad Moderna con una economía atrasada respecto a otros países de Europa (Francia, Flandes, incluso Inglaterra). La industria prácticamente no existía, y buena parte del comercio y el sistema de crédito estaban en manos de extranjeros.
La explotación de América tampoco sirvió para desarrollar nada en España. Los ingresos que obtenía la hacienda real iban a financiar las aventuras militares en el extranjero, mientras que el dinero que quedaba en manos privadas tampoco se reinvertía en el desarrollo económico del país (especialmente, cuando la pequeña nobleza sin cinco rechazaba como contraria a su honor la actividad comercial o industrial). La abundancia de metales sin el correspondiente incremento en la producción de bienes de consumo hizo que se disparase la inflación, dislocando todavía más la economía castellana.
El mantenimiento de sus posesiones en Europa y de una política exterior agresiva no fue en absoluto rentable, consumiendo la riqueza y el capital humano de Castilla.
Finalmente, Francia arrebató la supremacía militar en la Europa continental, mientras que Inglaterra y Holanda hicieron lo mismo en el mar. Ante la muerte sin sucesor directo de Carlos II, las potencias europeas incluso se planteaban el reparto de los territorios españoles.
Con el cambio de dinastía, pese a iniciarse un proceso de recuperación, se hizo patente que España había dejado de ser una gran potencia, teniendo que entrar en el juego de alianzas. La flota del estado borbónico permitía asegurar las rutas comerciales y oponerse a la inglesa únicamente en alianza con los franceses (que se encontraban en situación parecida).
Durante todas las guerras del siglo XVIII, España interviene siempre al lado de otros. En el primer intento que se hizo de reconstruir la influencia española en Italia, España tuvo que ceder al encontrarse sin aliados.
La explotación de América tampoco sirvió para desarrollar nada en España. Los ingresos que obtenía la hacienda real iban a financiar las aventuras militares en el extranjero, mientras que el dinero que quedaba en manos privadas tampoco se reinvertía en el desarrollo económico del país (especialmente, cuando la pequeña nobleza sin cinco rechazaba como contraria a su honor la actividad comercial o industrial). La abundancia de metales sin el correspondiente incremento en la producción de bienes de consumo hizo que se disparase la inflación, dislocando todavía más la economía castellana.
El mantenimiento de sus posesiones en Europa y de una política exterior agresiva no fue en absoluto rentable, consumiendo la riqueza y el capital humano de Castilla.
Finalmente, Francia arrebató la supremacía militar en la Europa continental, mientras que Inglaterra y Holanda hicieron lo mismo en el mar. Ante la muerte sin sucesor directo de Carlos II, las potencias europeas incluso se planteaban el reparto de los territorios españoles.
Con el cambio de dinastía, pese a iniciarse un proceso de recuperación, se hizo patente que España había dejado de ser una gran potencia, teniendo que entrar en el juego de alianzas. La flota del estado borbónico permitía asegurar las rutas comerciales y oponerse a la inglesa únicamente en alianza con los franceses (que se encontraban en situación parecida).
Durante todas las guerras del siglo XVIII, España interviene siempre al lado de otros. En el primer intento que se hizo de reconstruir la influencia española en Italia, España tuvo que ceder al encontrarse sin aliados.
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