LA SOCIEDAD AL SERVICIO DE LA FAMILIA
La conexión intima entre la familia y la sociedad, de la misma manera que exige la apertura y la participación de la de la familia en la sociedad y en su desarrollo, impone también que la sociedad no deje de cumplir su deber fundamental de respetar y promover la familia misma.
Ciertamente la familia y la sociedad tienen una función complementaria en la defensa y en la promoción del bien de los hombres y de cada hombre, pero la sociedad, y más específicamente el Estado, deben reconocer que la familia es una “sociedad que goza de un derecho propio y primordial” y, por lo tanto, en sus relaciones con la familia, están gravemente obligados a atenerse al principio de subsidiariedad.
En virtud a este principio, el Estado no puede ni debe substraer a las familias aquellas funciones que pueden igualmente realizar bien, por sí solas o asociadas libremente. Sino favorecer positivamente y estimular lo más posible la iniciativa responsable de las familias. Las autoridades públicas, convencidas de que los bienes de la familia constituyen un valor indispensable e irrenunciable de la comunidad civil, deben hacer cuanto puedan para asegurar a las familias todas aquellas ayudas económicas, sociales, educativas, políticas y culturales que necesitan para afrontar de modo humano todas sus responsabilidades.
Exhortación apostólica Familiaris consortio de su Santidad Juan Pablo II. Nº. 45
Después de analizado el texto de la iglesia
Completa el siguiente esquema con algunas ideas que se desarrollan en la lectura de la exhortación apostólica.
El Estado debe permitir que la familia:
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gracias ala familia tenemos amor y paz
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