La Revolución de Mayo se activa en un singular contexto internacional. • ¿Cuál era la
situación en Europa y en América?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Durante el siglo XIX se configuró un nuevo sistema económico internacional condicionado por la revolución industrial inglesa que fortaleció los lazos coloniales. En un doble juego: la necesidad de obtener materias primas de las colonias activó el mercado interno inglés a la vez que las condicionó dentro del orden colonial. La exigencia de libre comercio en el Río de la Plata, sólo puede explicarse por las aspiraciones de los productores criollos para lograr mayores exportaciones y mejores precios. Sin la existencia de esos grupos, el libre comercio no habría sido suficiente para el desarrollo de la revolución política el 25 de mayo de 1810. Fue este grupo de la elite criolla el que se benefició con el libre cambio y exportaciones de productos mineros y agropecuarios generando, posteriormente, vínculos de dependencia con el capital británico.
Durante el siglo XVIII, Gran Bretaña había sustituido a España en una parte importante de sus mercados americanos. De hecho las reformas borbónicas de 1778, como el Reglamento de Libre Comercio, es un intento por recuperar un mercado colonial en crisis donde el contrabando inglés había ganado terreno. Un tiempo más tarde esto se ve reflejado en los escritos de Mariano Moreno.
El dominio de Europa y el control de los mares
Con el inicio de la Revolución Francesa (1789) se profundiza la competencia entre las potencias europeas. Desde ese momento, hasta 1815, será Francia la primera potencia militar del continente, logrando derrotar cinco coaliciones de distintos países europeos entre 1792 y 1809 hasta que es derrotada en la Batalla de Waterloo en 1815. A pesar de esto, Francia no poseía una exitosa marina de guerra como Gran Bretaña. La derrota de Napoleón y las tropas españolas en la Batalla de Trafalgar (1805) durante la guerra contra la tercera coalición es un ejemplo, aunque Francia resultó vencedora. Los bloqueos y contrabloqueos que se impusieron entre las dos potencias europeas expresaron la rivalidad. Como consecuencia, con el Decreto de Berlín, Napoleón prohibió a los países bajo su dominio importar bienes ingleses. Un tiempo más tarde Portugal rompe el acuerdo.
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