Historia, pregunta formulada por yulisajimenezdelahoz, hace 2 meses

la problemática rusa durante y después de su revolución​

Respuestas a la pregunta

Contestado por AndreCespedesXD
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Sin duda alguna, la Revolución rusa parece más un problema de historiadores que de luchadores del presente. ¿Pero no tiene nada que decirnos esa primera revolución anticapitalista exitosa que desencadenó tanta energía social y una enorme experimentación en el terreno político, cultural y social?

Quizás una buena manera de recordarla sea recuperando la pluralidad de voces de aquellos años de la vieja aplanadora «marxista leninista» que fosilizó a Lenin de manera metafórica y literal. Si hasta hace algunas décadas el leninismo oficial parecía tener de su lado la victoria, tras la caída del socialismo real los diferentes proyectos, voces, luchas y apuestas recuperaron todos la misma dignidad.

Desde fines del siglo XIX, Rusia vio nacer un potente movimiento revolucionario que pensó el socialismo desde la periferia del capitalismo. Los populistas rusos instituyeron una tradición revolucionaria, anclada en pensadores, organizaciones y acciones heroicas, que incluyeron el temerario asesinato del zar Alejandro II en 1881. Su meta fue acabar con la autocracia y «vestir el socialismo con la blusa popular del campesino ruso». Sus lecturas de Marx, su «ida hacia el pueblo», su apuesta a la comunidad agraria, sus análisis de la subjetividad que generaba la autocracia, sus preguntas incómodas al autor de El capital y, como muestra un reciente libro de Claudio Ingerflom, la construcción del revolucionario profesional del que Lenin va a ser un explícito deudor son parte de la estela que dejaron por delante.

Recuperar la riqueza de esas tradiciones socialistas de la que surgirían mencheviques, bolcheviques, socialistas revolucionarios, anarquistas nos permite quitarle el polvo a algunas de sus huellas emancipatorias. Una meta algo melancólica pero menos atada a las derivas conocidas. Peinando la historia la contrapelo podremos encontrarnos con caminos no transitados, personajes olvidados, libros perdidos, advertencias desoídas y voluntad de construir mundos nuevos sin reconstruir opresiones iguales o peores a las que se quería superar. Pensar más allá de los rígidos esquemas de Febrero/Octubre, ir más allá del «doble poder» y buscar los múltiples «poderes» de esos días. Pensar lo político y también lo cultural. Tratar de generar empatía con los intentos de asaltar los cielos en medio de penurias que hoy nos resultarían absolutamente intolerables.

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