La primera noche no le dio gran importancia, a la segunda le pareció curioso, pero después de varias noches de soñar con el mismo número, escrito en tinta negra sobre un fondo blanco, supo que se trataba de un mensaje sobrenatural. Debido al número de dígitos (valga la redundancia) lo anotó en un papel (acto innecesario). Primero hizo lo lógico, lo incluyó en todo tipo de apuestas y loterías, pero desistió al borde de la quiebra. Lo marcó tembloroso en el teléfono y le contestó una voz poco amistosa que insistía en que estaba equivocado. Fue a donde un numerólogo quien también le sacó plata, sólo para concluir que esa era la posición de las constelaciones en el instante de su nacimiento (virgo con ascendiente tauro). Buscó a ver si coincidía con versículos de la Biblia, nada. Giró un cheque por esa cifra a un hogar de ancianos, pero no mejoró su suerte; coincidía, eso sí, con la cédula de un joven que vivía su propio cuento en una calle de indigentes sin musitar palabra. Visitó la penitenciaría, pero los carteles de los reos todavía son demasiado cortos. Lo gugleó, lo convirtió en clave Morse, en código binario, en posición global, en años, minutos y segundos… murió ya viejo y pobre en su pueblo natal. Las estadísticas dirían, si alguien tuviera la gentileza
¿Que tipo de narrador es el cuento anterior ?
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