Historia, pregunta formulada por CintiaAraceliM, hace 1 año

“La política uniformadora de la corona en tiempo de los Borbones avanzó sobre estos privilegios (los correspondientes a las diferentes comunidades políticas del virreinato), en particular sobre el gobierno de los municipios a partir del criterio básico de considerar su poder como absoluto e ilimitado. De modo que la tendencia a ignorar el supuesto del derecho de los pueblos al autogobierno… terminó por producir descontentos en los diversos estamentos de la sociedad colonial. Sin embargo, este descontento de los criollos no proporciona por sí sola la clave de la crisis que condujo a la independencia. La emancipación de las ex colonias habría sido más bien el resultado conjugado del derrumbe de los imperios ibéricos, de la creciente presión de Inglaterra a lo largo del siglo XVIII y de los factores de resentimiento y disconformidad existentes en casi todas las capas sociales americanas hacia fines del dominio colonial. La metrópoli, aún después de enfrentar la reacción americana a las reformas, se mostró incapaz de sobrevivir a los desafíos del conflicto europeo que cobraba dimensión mundial con las campañas napoleónicas. Las revoluciones de independencia en Hispanoamérica siguieron, entonces, en lugar de predecir, a la crisis de la monarquía ibérica. ”
Noemí Goldman. “Crisis imperial, Revolución y guerra (1806-1820)”, en: N. Goldman. (dir.),
Nueva Historia Argentina, tomo II, Bs. As. Sudamericana, 1998.

¿Cuáles son las causas de las revoluciones de independencia en Hispanoamérica según Noemí Goldman? Enuméralas.

Respuestas a la pregunta

Contestado por MANTEQUILLITO
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Primera Junta Gubernativa. Óleo de Vila y Prades.

En los últimos años se ha reexaminado la relación existente entre el proceso de Independencia y la formación de la Nación, a raíz de los nuevos indicios que revelaron la ambigüedad en la que se encontraba el sentimiento público en los inicios de la Revolución. Al principio del proceso emancipador se trataba de fundar una nueva autoridad legítima supletoria de la soberanía del monarca cautivo. En este sentido, el Río de la Plata iba a compartir un rasgo común al resto de las posesiones hispanas: la emergencia de distintas “soberanías” que se correspondían con el ámbito político de las ciudades. Al mismo tiempo el principio de una soberanía “nacional” surgía de los gobiernos centrales y de las primeras asambleas constituyentes.

Una adecuada comprensión de este complejo proceso requiere tomar en cuenta la reformulación del pacto colonial propuesta por los Borbones y el impacto de los sucesos peninsulares de 1808-1810 sobre el mundo hispánico. Pero entre 1806 y 1807 las invasiones inglesas ya habían sacudido a la ciudad de Buenos Aires, dando origen a un nuevo actor político independiente del sistema administrativo y militar colonial, la milicia urbana. Sin embargo, la militarización sólo pudo ser plenamente utilizada en la arena local cuando el poder del rey español caducó. Por otra parte, las diferentes expresiones del sentimiento público durante el tramo final de la crisis del antiguo orden y el principio de la Revolución de Mayo de 1810, revelan que se podía ser español americano frente a lo español peninsular, rioplatense frente a lo peruano o porteño frente a lo cordobés. De modo que la existencia de elementos de diferenciación de los americanos con respecto a los europeos a fines del siglo XVIII, reconoce a menudo un origen diferente del de aquellos que se vincularon posteriormente con la emergencia de una identidad nacional durante el siglo XIX.

Entre 1810 y 1820 la Revolución se enfrentó así a dos grandes cuestiones que entrelazadas no deben ser sin embargo confundidas. Una vez iniciada, la guerra de la Independencia se convierte en tarea primordial de los gobiernos centrales al mismo tiempo que se plantea el problema de las bases sociales y políticas del nuevo poder. Pero asimismo la Revolución se desarrolló sobre la trama de la oposición entre la tendencia centralista de Buenos Aires y las tendencias al autogobierno de las demás ciudades. Los gobiernos revolucionarios que se sucedieron en esos años se constituyeron así en soluciones provisorias destinadas a durar hasta la reunión de la asamblea constituyente que organizaría el nuevo Estado. Pero si la tendencia a la formación de un Estado unitario apareció tempranamente como dominante en Buenos Aires, los pueblos oscilaron entre la simple autonomía, la unión a los gobiernos centrales y las propuestas confederales de Artigas. La cuestión de la soberanía se vincula entonces a la disputa sobre la forma de gobierno que debían adoptar los pueblos del ex Virreinato, una vez que hubieron declarado su independencia del dominio español en 1816. Se relaciona también con otro rasgo sustancial de la vida política en los inicios de la Revolución: las prácticas representativas inauguradas por el nuevo orden. Durante la primera década revolucionaria el sistema de representación política se encuentra aún regido por la ciudad y limitado a los “vecinos” de la antigua tradición hispánica.



 

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