Arte, pregunta formulada por aparicio1602, hace 7 meses

la obra del artista MARCOS LÓPEZ la terraza, tiene relación con nuestra cultura latinoamericana? ¿Por qué?

Respuestas a la pregunta

Contestado por tatisjeyns09
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Respuesta:El jugador

Autor:

López, Marcos

(Argentina, Santa Fé, 1958 - )

Origen:

Donación, López, Marcos. 1998

Fecha:

1995

Período:

Arte Siglo XX - XXI (1945-actualidad)

Escuela:

Técnica:

Fotografía color, retocada a mano

Objeto:

Fotografía

Género:

retrato

Soporte:

Sobre papel

Medidas:

30 x 40 cm.

Explicación:La obra El jugador pertenece a la serie Pop Latino, que Marcos López comenzó en 1993. Dicha serie posee una relevancia particular tanto por su vinculación con el contexto sociopolítico de la Argentina en los años noventa, como por su papel disruptivo en la historia de la fotografía latinoamericana. El antecedente directo de El jugador es El ganador, la pieza culminante de su producción en blanco y negro, anterior a Pop Latino. A partir de 1982, luego de trasladarse a Buenos Aires desde su Santa Fe natal, López trabajó sobre los valores y los símbolos que rigen la vida de clase media en la provincia, con una mezcla de homenaje y de guiño humorístico. El ganador (1992) se centra en la figura del héroe masculino. La composición es clásica y armoniosa, sin embargo, el punto de vista ligeramente bajo del gran angular disminuye abruptamente la escala de los objetos del fondo, y vuelve monumental al personaje. La iluminación frontal contrapesa la luz natural del poniente y torna teatral el gesto del héroe mostrando su atributo triunfal. El artista utilizó con picardía y doble sentido el lenguaje fotográfico tradicional. En el momento de la toma, todo era “verdadero”: el partido de fútbol, el trofeo, el protagonista. No obstante, la imagen trascendió la referencia concreta y adquirió el estatuto de documento alegórico, que iba a ser la tipología troncal de la serie Pop Latino. Al año siguiente, López se pasó al color y comenzó a usar explícitamente un lenguaje teatral donde los personajes ya no funcionaban como individuos sino como actores y actrices que encarnaban ideas, símbolos o sentimientos colectivos. El jugador muestra al héroe deportivo personificado – según palabras del artista– en un gordito de barrio. El sobretono irónico no solo afecta al sentido de los íconos populares, sino que incluye también una perspectiva de género. Tanto en esta imagen, como en Taxista en la Puna (inv. 9897, MNBA) y otras realizadas durante el año 1996, un único personaje domina el primer plano y un objeto-atributo funciona como dador de significación.

Cuando no se trata de una figura portante, el tratamiento del color y la estructura compositiva garantizan que ese elemento emblemático adquiera una relevancia equivalente a la del personaje. La referencia al pop funcionaba para el fotógrafo como catalizador de una observación crítica de su propio entorno político y cultural. La ciudad de la alegría (1993) fue la pieza inaugural de la serie Pop Latino. La multiplicación de pancartas con el rostro de Carlos Menem, que entonces comenzaba su largo mandato presidencial, daba a estas grotescas puestas en escena un tono decididamente político. López transformó la propaganda triunfalista del gobierno en risa teatral y farra vacía. Bajo la promesa presidencial de un ingreso sin escalas al primer mundo (eslogan que López parodió directamente en Carnaval criollo, de 1996), durante los noventa se produjo un progresivo vaciamiento del capital nacional, tanto económico como simbólico. La multiplicación de baratijas importadas (como las que nos ofrece el monstruoso vendedor de Todo por dos pesos, de 1995) aludía a la pérdida creciente de identidad cultural que se escondía bajo los ideales de integración al universo del consumo. Las alegorías documentales de Marcos López lograron una síntesis única entre el estilo kitsch y apolítico reconocido como característico del “arte argentino de los 90” y la herencia de la fotografía latinoamericana, en términos de un compromiso con la referencia a la realidad social. No obstante, no se trataba para el artista de perpetuar modelos establecidos sino de volver a rescatar su potencia semántica precisamente en el momento en que estas tradiciones estaban corriendo el riesgo de petrificarse en fórmulas vacías. La obra de Marcos López implicó un cuestionamiento de la fotografía de ejecución correcta, acento sentimental e iconografía autóctona que el sistema del arte internacional ha tipificado como paradigma de la producción latinoamericana. Para llegar a esta síntesis López debió también transgredir el purismo del lenguaje fotográfico.

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