Religión, pregunta formulada por danielaparedesxd, hace 1 año

la naturaleza del reino , los miembros del reino y la consumacion del reino

cada uno con sus parabolas
ayuda es para mañana

Respuestas a la pregunta

Contestado por samisally45
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Respuesta:

El reino de Dios sería la nueva Jerusalén para cuyo advenimiento Dios provocaría una compleja metamorfosis política, religiosa, social y económica de Israel y como consecuencia e indirectamente del resto de las naciones: surgiría un mundo recreado y paradisíaco. La nueva Jerusalén descendería sobre el solar de la antigua en forma radiante y esplendorosa.  

Explicación:

A lo largo de los siglos el reino de Dios ha sido el centro de mucha enseñanza cristiana, y con toda razón. Como resultado ha surgido la controversia, particularmente en el siglo XX. Es difícil llegar al consenso debido, en gran parte, al volumen y complejidad del material bíblico y a los muchos temas teológicos que se relacionan con este tópico. También, no podemos ignorar que hay una gran variedad de compromisos y presuposiciones teológicas que los eruditos y los pastores traen a la tarea y luego les llevan a ofrecer una extensa variedad de conclusiones.

Con el propósito de que nuestra fe crezca en comprensión consideraré en este folleto los temas centrales relacionados con el reino de Dios. Beberé en la erudición y perspectiva de otros que comparten la misma fe básica en el cristianismo ortodoxo histórico que nosotros profesamos en la Comunión Internacional de la Gracia (CIG); una fe que está enraizada en las Escrituras interpretadas con Jesucristo como su centro. Él es el que nos dirige en nuestra adoración del Dios Unitrino que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La perspectiva encarnacional y trinitaria, aunque fiel, no contestará directamente a cada pregunta que podamos tener con respecto al Reino de Dios, pero nos dará una base sólida y una guía confiable para lograr una comprensión fiel.

En los últimos cien años ha habido un creciente consenso en los temas centrales entre aquellos eruditos bíblicos que comparten esas convicciones teológicas fundamentales que están en línea con las nuestras.

La centralidad de Jesucristo

Jesús declara que el reino de Dios le pertenece: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36). Así que el reino de Dios no puede entenderse sin tener en cuenta quién es Jesús y de que trata toda su misión. Todo estudio de las Escrituras, o El rey de reyestoda síntesis teológica del material exegético que no interpreta el reino de Dios basado en la persona y obra de Jesucristo estará descentrada. Acabará en un lugar diferente del que actúa desde el centro viviente de la fe cristiana.

Trabajando desde ese centro, ¿qué podemos empezar a comprender sobre el reino de Dios? Primero debemos de notar que es Jesucristo mismo quien anuncia la llegada del reino de Dios y hace de este un tema extensivo de su enseñanza (Marcos 1:15). Jesús trae con él la presencia real del reino de Dios, no solo un mensaje sobre el reino. El reino de Dios está actuando donde quiera que está Jesús, porque él es el Rey. El reino de Dios tiene su realidad en la presencia viviente y actividad del Rey Jesús.

Siguiendo en ese punto, entonces, lo que Jesús dice y hace trasmite el carácter de su reino. El reino que él ofrece tiene un carácter idéntico al suyo. Jesús ofrece una cierta clase de reino, uno que engloba su propio carácter y propósito. Entonces nuestras ideas del reino de Dios tienen que ser coherentes con quien es Jesús. La totalidad del mismo debe oler a él. Debe parecer, sonar, actual, oler y llevarse a cabo de una forma que nos señale y nos recuerde a él, de forma que tengamos la idea de que su reino es suyo, que le pertenece y tiene su huella en todo. La implicación de esta conexión es que el reino de Dios es primero que nada sobre el gobierno o reinado de Cristo y no tanto, como se ha dicho, sobre un territorio o un lugar geográfico. Donde quiera que el señorío de Cristo está operando, de acuerdo a su voluntad y propósito, ahí se encuentra el reino de Dios.

El propósito de su gobierno y voluntad es traer a su creación dentro y bajo su graciosa protección y beneficencia; esto es, a tener relación, comunión y participación con él al reconciliarnos con Dios a través de la ofrenda de sí mismo. El resultado final de estar bajo su gobierno es que compartamos su gobierno y experimentemos todos los beneficios de su reino. Y su gobierno estará caracterizado por el propio amor de Dios por nosotros en Cristo y llevado a cabo en nosotros por el Espíritu. El amor a Dios y a nuestro prójimo, en la forma que Jesús lo manifestó, serán las marcas de participación en su reino. El reino de Dios es una fraternidad, un pueblo, una comunidad en comunión con Dios a través de Jesucristo y de los unos con los otros en el Espíritu de Jesucristo.

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