La minería que se practica en la Antártida deja un impacto sobre los recursos hídricos ¿Qué debe prevalecer más el agua o la minería? Justifica tu respuesta.
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Respuesta:
El agua continúa creciendo en importancia en las agendas de las comunidades y las ONG, convirtiéndose en el principal tema de convocatoria para los movimientos sociales de base territorial que se resisten a la minería. El agua es el tema más sensible para las comunidades, ya que los impactos negativos sobre el agua afectan directamente a su seguridad alimentaria y salud.
El agua también es crucial para la minería. Se necesita para los trabajadores y sus familias, para el saneamiento básico de los asentamientos mineros y para el procesamiento de los minerales, en donde el agua, como subproducto de la minería, debe ser tratada antes de ser descargada al medio ambiente. Son evidentes los impactos reales y potenciales de la minería sobre importantes fuentes de agua, tanto en términos cualitativos como cuantitativos. Existen impactos graves en la salud humana y la productividad de los ecosistemas debido a la contaminación del agua con metales pesados y materiales suspendidos; como también reducción en la cantidad de agua disponible, lo que genera competencia y conflictos con otros usuarios del agua. Esta situación afecta a una variedad de ecosistemas, incluidos los páramos andinos, glaciares y lagos glaciares, ríos y arroyos, manglares, lagos naturales, océanos y acuíferos subterráneos. Una preocupación en particular para la población rural es el impacto de las actividades mineras en los nacimientos de agua y quebradas que alimentan los acueductos locales.
Algunos ejemplos recientes de impactos causados por todo tipo de minería, bien sea de escala grande, mediana o pequeña, formal, informal e ilegal demuestran la gravedad de la situación:
La destrucción de extensas áreas de selva tropical en las cuencas del Amazonas y del Pacífico Colombiano (E.J. Rio Atrato, Chocó) y la sedimentación de ríos, lagos y quebradas con partículas suspendidas, producto de la extracción mecanizada de oro aluvial;
La contaminación por mercurio de los ríos y lagos debido a la extracción de oro a escala artesanal, pequeña y mediana;
La ruptura de grandes embalses de relaves o colas, como los 32,6 millones de m³ de relaves que bajaron del embalse de Samarco, los cuales contaminaron el Río Doçe hasta el Océano Atlántico en Brasil en 2015 [1], entre muchos otros [2];
La contaminación acumulada del agua con metales pesados y la reducción de la cantidad del agua, debido a la minería, en las cabeceras de quebradas y ríos, por ejemplo en la región de Moquegua en Perú [3];
El drenaje ácido de mina continuo proveniente de las colas y minas abandonadas [4], y la falta de tecnologías e instrumentos financieros para manejar estos impactos a la perpetuidad;
El desplazamiento de quebradas y ríos para obtener acceso al mineral subyacente, una práctica común de la explotación minera en todas las escalas;
La presión para realizar minería en el Ártico y en la espina dorsal de los glaciares de la Cordillera de los Andes en América del Sur;
Y, la presión sobre los acuíferos subterráneos.
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