la madrugada del 16 de septiembre de 1810 convocó a la gente del pueblo para destruir a la autoridad virreinal
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El relato de los hechos acaecidos el 16 Septiembre de 1810, señala el inicio de la lucha por la Independencia Nacional y, aunque es un momento de nuestra historia por todos sabida, lo que no es tan conocido, es el proceso y la forma por la que esta fecha ha transitado hasta la celebración actual.
Como antecedente, recordemos que con la invasión napoleónica a España, asociada a la decadencia del antiguo régimen en la metrópoli, brindó una oportunidad única a los criollos hispanoamericanos para emanciparse de los peninsulares, y poner fin a la explotación colonial, agravada en los últimos años por la elevación de impuestos, para cubrir los enormes gastos militares de su guerra con Francia e Inglaterra.
Con la llegada a Nueva España de un nuevo virrey afín a los franceses, se comenzaron a gestar distintas conspiraciones, que para 1810, toman mayor fuerza conforme se integraban a ellas personajes como el cura Miguel Hidalgo y Costilla, cuyo movimiento, moderado al principio, buscaba la autonomía, expulsando a los peninsulares y ejerciendo el gobierno mediante una asamblea a nombre de Fernando VII. Se acordó iniciar el levantamiento para el primero de diciembre de 1810; luego se adelantó para el dos de octubre, pero como fue alertado, por doña Josefa Ortiz de Domínguez, de que la conjura de Querétaro fue descubierta, el 15 de septiembre en la noche, Hidalgo se reunió con Ignacio Allende y Juan Aldama para comunicarles su decisión de iniciar el movimiento.
Con poco más de un centenar de hombres armados, se dirigieron a la cárcel para liberar a los presos políticos, que se le sumaron, y en la madrugada del 16, desde la parroquia de Dolores, Hidalgo llama a misa e invita al pueblo a levantarse en armas contra los tiranos, siendo las arengas más recordadas: ¡Viva la religión! ¡Viva nuestra santísima madre de Guadalupe! ¡Viva Fernando VII!, ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! ¡Mueran los gachupines!
Primer conmemoración del inicio de la Independencia
Pocos meses duraron en la lucha, Hidalgo y sus generales fueron aprendidos y ejecutados el 30 de julio y 26 de junio de 1811, respectivamente, quedando sus restos mortales en espera de un mejor destino. Fue posterior a la consumación de la Independencia Nacional, acaecida el 27 de septiembre de 1821, que se comenzaron a conmemorar los hechos acontecidos en 1810. Altamirano menciona en su biografía del Miguel Hidalgo, que la primera celebración se llevó a cabo en 1822, cuando los legisladores consideraron consagrar ciertos días al año a conmemorar el levantamiento del pueblo de Dolores.
Al año siguiente en 1823, don Vicente Guerrero ordenó rescatar los cuerpos y cabezas de don Miguel Hidalgo y sus generales, de Chihuahua y Guanajuato respectivamente, y trasladarlos a México. Una vez reunidos, por decreto del Congreso Nacional de 1824, fueron inhumados en el altar de los reyes de la catedral Metropolitana, donde permanecieron hasta 1895, hasta que se reubicaron dentro del mismo recinto, en la capilla del señor San José; ya que, según cuentan los cronistas citadinos, que el clero se quejaba que “el común de la gente iba y les rezaba como si fueran santos”, lo cual era considerado herejía.
La conmemoración en tiempos de Santa Anna
A través de los años, esta fecha ha sido utilizada por los políticos y líderes en turno según su conveniencia, como el caso del presidente, general Antonio López de Santa Anna, quien, el 14 de noviembre de 1853 ordenó a su Oficial Mayor del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, el abogado Miguel Lerdo de Tejada, que publicara en el Diario Oficial, una convocatoria para que los poetas y compositores escribieran el Himno Nacional Mexicano. El 5 de febrero de 1854, el jurado calificador, resolvió que la composición poética de mayor mérito era la del mexicano Francisco González Bocanegra. Ya con la letra, se necesitaba la música, por lo que nuevamente se convocó, pero ahora a los músicos, y el 10 de agosto del mismo año, el jurado escogió el trabajo cuyo título era “Dios y Libertad” del músico Jaime Nunó, oriundo de Gerona, España, quien trabajaba como inspector de las bandas de música militar.
Por fin completo y para conmemorar el aniversario del inicio de la Independencia, el Himno Nacional Mexicano fue entonado el 15 de septiembre de 1854, en una ceremonia especial en la Ciudad de México en el Teatro Santa Anna, cuyo nombre fue cambiado años después por el de Gran Teatro Nacional. Pero fiel a su costumbre de ausentarse sin motivo aparente, el presidente no acudió a la cita, por lo que el Diario Oficial no registró el hecho en sus páginas. Fue al día siguiente, que se presentó al teatro y se le recibió con la interpretación del Himno Nacional Mexicano.