la iglesia Catolica para experimentar la vida cotidiana los ministerios de jesus,creo
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Afrontamos un tema que, por muy “imposible” que parezca, no deja de atraernos. El
contenido de estas páginas va a girar sobre tres términos que ya están enunciados en el título:
“experiencia”, “Dios” y “lo cotidiano”. Nos aproximaremos, en primer lugar a eso que se suele
llamar Alo cotidiano”, tratando de mirar a través de la realidad espacio-temporal aquello que
nombramos con mucha pretensión, Aexperiencia de Dios”. Esta reflexión tiene un contenido que
apunta, obviamente, hacia lo teológico, es decir, hacia un cierto hablar sobre Dios o, si se quiere,
ese balbuceo sobre las huellas que la Divinidad va dejando en el día a día de nuestra vida.
Hay mucho escrito sobre cómo se “experimenta” a Dios dentro del prisma de sensaciones y
vivencias que acumulamos a lo largo de los minutos y de las horas del día, pero seguimos
planteandonos el interrogante acerca de ese tipo de “experiencia” que no abarcamos sino que nos
abarca, señal de que ninguna de las mucha respuestas han agotado mínimamente la inquietud que
lleva a plantear la cuestión una y otra vez. Y es que esta pregunta no tiene, ni mucho menos, una
respuesta simple. Si es que la tiene.
Partimos de la idea de que quien se plantea semejante interrogante es creyente o, al menos
quiere serlo, o lo es a su pesar... Y si es creyente, la siguiente cuestión es ¿en qué Dios cree?
Porque, se puede creer en Dios o creer en los dioses... De hecho, la Escritura cristiana nos
presenta a Jesús de Nazaret ante el reto de optar entre vivir apegado a Dios o a los Adioses” (cf
Mt 4,1-11). Pero esto sería otro tema y lo vamos a dejar así.
Por otra parte, se dice, y con razón, que experimentar es vivir; o, a la inversa, que vivir
verdaderamente es experimentar, llegar a ser una persona “experta”, “adiestrada” en algo, lo que
sea... Sabemos que la vida es, por sí misma, un caudal inagotable de experiencias, de existir
sintiendo o, mejor dicho, padeciendo (viviendo apasionadamente) aquello de la realidad que
logramos aprehender conscientemente, aquello que logramos aferrar hasta hacerlo parte de nuestra
vida. Cosas simples, pero imprescindibles para saber que existimos: levantarnos cada día con las
fuerzas y el ánimo renovados, mirar al cielo y acercarnos a la inmensidad, aunque sea a través del
sombrero de contaminación o de los bloques de cemento; encontrarnos con la sonrisa de los que
nos rodean, con la mirada que acaricia, o tal vez con aquella que corta hasta la respiración...; con
la palabra que abre intimidades, o con la tosca negación de ella. Cosas sin las cuales nadie puede
vivir, por muy dolorosas que puedan llegar a ser.
Explicación: