La historia de Ymir
En la noche de los tiempos existía un abismo sin fin, un enorme agujero negro precisamente en el lugar donde hoy se encuentra la Tierra. A partir de su borde septentrional se extendía el país de las nubes y de las nieblas, el Nifheimr, y a partir del borde meridional, el país del fuego y del calor, el Muspellsheimr.
En la región de las nubes y de las nieblas había una fuente de la que manaban doce cursos de agua. Casi siempre estaban cubiertos de hielo y tardaban mucho tiempo en fluir hacia el sur. Solo podían hacerlo de tanto en tanto, cuando un poco de calor del Muspellsheimr llegaba hasta ellos. Así, el calor y los hielos termina- ban mezclándose en el inmenso agujero negro.
Fue necesario un tiempo infinito antes de que el hielo se fundiera. Cuando por fin el abismo estuvo lleno de agua, entre las olas se formó el gigante Ymir, el primer ser vivo. Con mucho esfuerzo consiguió salir del gran abismo y sentarse en la tierra de las nubes y de las nieblas. Tenía hambre, pero no sabía qué comer.
—Tengo hambre —dijo Ymir.
Estaba a punto de desfallecer cuando en el abismo se formó una gran vaca blan- ca. Era Andumla, la madre, surgida también de las profundidades.
—Bebe mi leche y vivirás —dijo mientras se acercaba a Ymir.
A partir de aquel día, la leche de la vaca Andumla se convirtió en el alimento del gigante Ymir. Los dos se convirtieron en grandes amigos y se dedicaron a visitar el país de las nubes y el país del calor.
Un día, Ymir descubrió a otros gigantes que también habían conseguido salir del abismo y aprendió a vivir con ellos. Entonces, Andumla se sintió sola y decidió regresar a las fuentes de los doce ríos helados. Durante el largo viaje, tuvo sed y para aplacarla decidió lamer un trozo de hielo. Lo encontró salado y no compren- día la razón. Solo por la tarde se dio cuenta de que allí donde había empezado a lamer había aparecido un mechón de cabellos entre el hielo. Continuó lamiendo durante días y días hasta que consiguió sacar del hielo el cuerpo entero de un ser vivo. Se trataba de Buri.
Andumla sintió una alegría inmensa y le prodigó las atenciones más dulces. Buri creció y tuvo como compañera de juegos a la hija de un gigante. Cuando fueron adultos se casaron. De ellos nacieron los primeros dioses: Odín, Vil, y Ve, unas divinidades severas y crueles que no conseguían vivir en paz con los gigantes y la vaca Andumla. Querían ser los únicos en crear el futuro y no aceptaban la supe- rioridad de Ymir.
Por ello, decidieron matar al gigante y lanzaron su cuerpo al abismo del que había nacido. Allí, las aguas y el calor realizaron un nuevo milagro. La carne de ese cuerpo se convirtió en tierra firme, sus huesos se transformaron en montañas, los cabellos se convirtieron en bosques, el cráneo en la bóveda celeste y el ce- rebro dio origen a las nubes. De su sangre nacieron los mares. Así fue como empezó realmente la vida.
Mc Dughann, Sean. (2002). Mitos y leyendas del mar. Barcelona: Editorial Océano.
De acuerdo con lo que dice el texto, ¿dónde se encuentra la fuente de la que mana- ban doce cursos de agua?
a) En la Tierra.
b) En el abismo.
c) En el Nifheimr.
d) En el Muspellsheimr.
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