la guerra de Afganistán es una revoluciona violenta!?
Respuestas a la pregunta
Respuesta: En la discusión sobre la violencia revolucionaria a menudo se aceptan situaciones innombrables. Tiene sentido preguntarse por los criterios de la justificación: ¿son morales, legales o políticos? Con los dos primeros, el revolucionario acaba pronto. Lo que sirve para la revolución es moral, y que responda al orden legal imperante da en realidad igual: lo que importa es el criterio revolucionario. La aplicación de la violencia solo se considera mala cuando amenaza a la propia organización y cuesta simpatías. Problema resuelto. La Revolución Afgana nacionalizó toda la economía y con ayuda del bloque soviético instauró un régimen socialista de economía estatal planificada. El nuevo gobierno inició un programa de reformas que eliminó la usura, inició una campaña de alfabetización, eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo y rebajó entre un 20 y un 30 por ciento los precios de artículos de primera necesidad. A través de sus sindicatos, los obreros podían concertar contratos colectivos con la administración de las empresas, lo cual permite mejorar las condiciones de vida y trabajo. La Revolución siguió hasta 1992, año en que cayó el régimen socialista. Ganaron terreno los aliados islámicos de Occidente. La guerra ha sido reiteradas veces calificada por la prensa norteamericana como “el Vietnam de la Unión Soviética”. La población de Afganistán cayó de 13,41 millones en 1979 a 11,61 millones en 1990 como consecuencia de la violencia de la guerra y la crisis de refugiados. Luego llegaron los talibanes en 1996. Los talibanes irrumpieron en la capital afgana, castrando y asesinando públicamente a Najibullah. Hoy Afganistán es uno de los países más castigados por los pretorianos de Occidente.
Explicación:
Hay dos formas de violencia: la ejercida y la amenazada. Sobre ellas descansa una gran parte de las relaciones internacionales entre los Estados; y también entre los individuos. La violencia ejercida es, en cierta medida, la moneda de la política: si no se encuentra ninguna solución, entonces hay que pagar en efectivo. Los revolucionarios y los contrarrevolucionarios también ejercen la violencia para amenazar con otras acciones violentas y revestir esta amenaza de credibilidad. Este es un elemento de la guerra de guerrillas y, sobre todo, del terrorismo: se debe poner mentalmente de rodillas al enemigo. Más de un millar de soldados afganos han muerto en el frente en los tres primeros meses del año, un número insostenible. En abril, un ataque talibán a una base del Ejército afgano mató a 200 militares. Afganistán ha sufrido demasiado en los últimos 40 años: el golpe de Estado de 1973, la revolución de Saur de 1978, la invasión soviética de 1979, los 1,5 millones de muertos y 6 millones de refugiados durante los 10 años de resistencia subsiguientes, la caída del gobierno de los muyahidines y la guerra civil de 1993-1994, los siete largos años de medievalismo talibán e intrusión de Al Qaeda, las 100.000 víctimas de los últimos 16 años de combates entre la OTAN y los resucitados talibanes. Por desgracia, la larga tragedia de Afganistán no da muestras de terminar, y da la impresión de que la pesadilla va a prolongarse.
espero que te sirva amigo