La forma de la cadera del chimpancé y del ser humano
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La ciencia ha vuelto a comprobar una vez más hasta qué punto chimpancés y humanos somos 'primos hermanos' de la familia de los primates. Un estudio del equipo de Nathan Thompson, de la Stony Brook University, y publicado en Nature Communications, indica que existen similitudes sorprendentes en la manera de caminar sobre las dos piernas entre los humanos y los chimpancés.
Las conclusiones de los investigadores indican que nuestros primeros ancestros humanos, incluyendo el Australopitecus afarensis (especie a la que pertenece el famoso fósil de Lucy), podrían haber sido capaces de caminar de forma bípeda utilizando sus torsos para aumentar la eficiencia de los pasos de la misma manera en la que hoy lo hacemos los humanos.
"Cuando examinamos a los primeros ancestros humanos, especialmente a 'Lucy', vemos que tienen el mismo tipo de caja torácica y pelvis que los chimpancés, así que asumimos que también tenían un tronco rígido, y esto habría afectado negativamente al rendimiento de la marcha sobre las dos piernas", afirma Thompson.
El bipedalismo humano se caracteriza por el movimiento coordinado de la pelvis y el tronco, denominado rotación axial, que se mueven en direcciones opuestas durante la zancada para poder dar pasos más largos y también utilizar el balanceo de los brazos para compensar las rotaciones de la cadera. Por otro lado, se creía que los chimpancés, cuya zona abdominal es más corta, tenían troncos formados por un bloque mucho más rígido al caminar sobre dos patas. En este estudio se ha divido el tronco en tres secciones: tórax, región lumbar y pelvis.
Durante la investigación, Nathan Thompson y su equipo realizaron análisis cinemáticos para hacer un seguimiento independiente de estas tres zonas del cuerpo en los humanos y en unos chimpancés entrenados para caminar de pie, y midieron la amplitud de movimiento (ROM por sus siglas en inglés). El ROM absoluto es bastante más amplio en los chimpancés que en los humanos en las tres secciones del tronco, pero en ambas especies el movimiento entre el tórax y la pelvis sigue un patrón casi idéntico.