LA ERA DE LA IMPOTENCIA
En la alocada sociedad de consumo que nos tocó vivir, donde la constante es “la abrumadora demanda de cambio”, lo que verdaderamente tiene prestigio es lo nuevo: el último modelo de carro, de celular, de televisor. Tan vertiginosa es la oferta del mercado que los productores han optado por la “obsolescencia programada”, que no es otra cosa que bajar la calidad de los productos para que dejen de funcionar en un tiempo predeterminado y debamos comprar otros. Zygmunt Bauman, en su libro La cultura en el mundo de la modernidad líquida, ha señalado que en una sociedad de consumo como esta, el progreso ya no se concibe como una forma de mejorar la vida, sino como “un proceso indetenible que avanza sin consideración por nuestros deseos e indiferente a nuestros sentimientos”, proceso al que debemos sumarnos si no queremos que la velocidad nos arrase.
El uso de la tecnología puede hacer muy difícil esta batalla, sobre todo para los viejos, o para los que no tienen poder adquisitivo. Pongo un ejemplo: a un viejo, el banco le demanda usar celular o computador para hacer sus transferencias o pagos, pues es por esta vía por donde llegan los códigos numéricos que debe usar. ¿Y si no puede tenerlos o no sabe manejarlos? Otro cuento es la dificultad a la hora de acceder a ciertas páginas web. Por ejemplo: si usted va a denunciar un robo de títulos valores en la página de la Fiscalía, se va a encontrar con que ella le pide marca, modelo, línea, etc., cosas todas improcedentes. O, en el formulario en línea de la Policía “se pide a la víctima de un delito que describa… ¡a la víctima!”.
A este mundo que exige de nosotros cambios cada vez más acelerados, y donde la tecnología nos obliga a ponernos al día so pena de envejecer o caer en la descalificación, lo llama el filósofo Franco Berardi “poshumanista”. En su libro Fenomenología del fin advierte que la transición de la era mecánica a la digital “ha provocado una mutación en la textura de la experiencia humana y en el tejido mismo del mundo”. Esa mutación, cada vez más palpable, tendría como una de sus consecuencias la erosión de la empatía, lo cual explicaría en parte el surgimiento de “la ola de demencia nacionalista, supremacista, racista”, que solo podríamos entender como efecto “del proceso poshumano y antihumano que el capitalismo ha engendrado”.
Enunciado
La noción de obsolescencia contrasta con
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preeminencia y firmeza.
b.
calidad y reciclabilidad.
c.
calidad y durabilidad.
d.
excelencia y solidez.
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es el a
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porque se lee y se comprende
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