la economía política en Europa del siglo XIX en:
A. origen
B. causas
C. consecuencias
D. cambios que surgieron
La economía europea surgió en el Mediterráneo antiguo, que se cerró al comercio intercontinental entre el siglo sexto y el undécimo. En esta época, el ingreso per cápita del continente fue menor que el de China. Despegó con la revolución comercial del siglo XII y creció en forma sostenida en el XIII: se forjaron lazos de integración entre las ciudades de la costa norte de Europa, en particular Brujas y Amberes en Flandes, y las urbes alemanas y escandinavas de la liga hanseática, de una parte, y las ciudades repúblicas de Italia, como Venecia y Génova, que hicieron el vínculo comercial entre Oriente y Occidente, Milán, dedicada al comercio regional, y Florencia, cuya actividad financiera tuvo alcances continentales. Hubo descalabros: a principios del siglo XIV colapsaron varios bancos florentinos importantes, con impacto en todo el continente. Unos años después, la peste bubónica mató a la tercera parte de la población.
Sin embargo, tras el colapso la economía volvió a crecer, impulsada por mayores salarios y productividad. Las ciudades resurgieron, aunque el mundo era, en esencia, rural. La orientación de España, Portugal, Francia, Holanda e Inglaterra más allá de las fronteras, en contraste con China, que renunció a este propósito en el siglo XV, se tradujo en la ampliación de sus ámbitos políticos. La colonización permitió el acceso a bienes exóticos, y a metales preciosos con perceptible impacto inflacionario.
Las guerras incidieron: Holanda surgió de la lucha contra España en el siglo XVI; los Borbones invasores socavaron la autonomía que habían construido los Habsburgo en España; los principados alemanes no se pudieron integrar tras la guerra de los 30 años en el siglo XVII; el imperio de Austria se consolidó tras la victoria sobre los turcos; Gran Bretaña se organizó con ventajas con la revolución gloriosa en 1689, con elementos políticos ya establecidos en Holanda. Al terminar el siglo XVIII era reina de los mares.
Los resultados de la colonización europea del mundo no fueron homogéneos. España se centró en actividades extractivas. Italia, marginada del proceso, se desdibujó entre el siglo XVII y el siglo XVIII. Inglaterra y Holanda se orientaron a controlar cadenas de valor desde plataformas establecidas en India e Indonesia mediante alianzas entre gobierno y capital. A finales del siglo XVIII hubo grandes inventos en Inglaterra, que desembocaron en la revolución industrial, con transformaciones radicales en los procesos productivos. El nuevo orden empresarial se irradió primero a Bélgica, luego a Francia, y después a todo el continente y a las colonias inglesas de Norteamérica durante el siglo XIX.
Los imperios de España y Portugal en América se desmoronaron en el siglo XIX, el primero a raíz de la invasión napoleónica y el segundo a fines del siglo XIX. Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania, unida por Prusia en 1871, invirtieron costosos recursos en construir nuevos órdenes imperiales en África y Asia, que subsistieron hasta mediados del siglo XX, cuando se hizo evidente la imposibilidad de sostenerlos. A raíz de las consecuencias económicas de las guerras de la primera mitad del siglo XX, Europa Occidental cedió el papel protagónico a EE.UU., pero en tres décadas, a partir de 1945, recuperó su economía. Hoy busca integrarse más para mejorar sus perspectivas en la economía globalizada. El resultado es todavía incierto.
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