La correccion y el paratexto son lo mismo?
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Los paratextos literarios son elementos históricamente variables, pues no todos tienen vigencia en una misma época ni tampoco mantienen fijas sus formas de composición. Asimismo, suelen cambiar según el tipo de género que los acoja. Por ejemplo, el título no se ha mantenido estable como clase de texto; es raro encontrar hoy en día obras literarias de títulos extensos como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, abreviado como Quijote. Sin embargo, ahí tenemos a La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada, de Gabriel García Márquez, que desde el mismo título nos advierte que se trata de una historia de exageraciones y dislates.
La novela, en efecto, admite una interesante articulación con paratextos provenientes de otros discursos, prueba de esto es la numerosa lista de novelas que insertan textos de otros géneros discursivos, que juegan con las notas al pie, que se valen de dispositivos anacrónicos. Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne, incluye elementos gráficos, tipográficos y discursivos absolutamente variados, como páginas en negro, o marmoladas, capítulos bilingües, en latín y en inglés, etc. La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, juega con la voz del condenado que llega a la isla y escribe el relato de su naufragio, y la del editor que publica el texto anónimo, pero agregándole notas que lo desmienten o satirizan. Domar la divina garza, de Sergio Pitol, a modo de parodia, encabeza cada capítulo con un breve resumen, siguiendo el esquema de las novelas clásicas.
Si bien es cierto que quienes redactan los paratextos suelen ser traductores, comentaristas, editores o impresores, es importante que el escritor también tenga en cuenta esta tarea desde el inicio mismo del proceso de escritura. Fundamentalmente, porque, tal como lo hemos señalado, la utilización de paratextos puede convertirse, de vez en cuando, en un interesantísimo recurso estilístico.
2. El paratexto en la escritura académica
El paratexto informativo goza de los mismos atributos que el texto informativo. Es claro, ordenado, carece de ambigüedad, segmenta la información en distintas unidades y ayuda al lector a jerarquizar las ideas que el texto en sí presente.
Muchos libros de estudio utilizan viñetas, cuadros, gráficos e imágenes para organizar mejor los materiales y hacer más apreciables los conocimientos ahí vertidos. Parte de la tarea del estudiante universitario consistirá, por lo tanto, en adiestrarse en la lectura de estos dispositivos. Cuando los alumnos leen la fotocopia de un capítulo sin conocer el libro del cual este procede, sin revisar las notas al pie o sin examinar cuadros, gráficos y demás, se privan de recibir la información necesaria para la comprensión total del material.
Los textos académicos —ponencias, monografías o tesis— están hipercodificados en lo que respecta al uso del paratexto. Las universidades, los comités de redacción de revistas científicas, los comités de organización de congresos y jornadas cuentan con normas que disponen cómo han de redactarse y componerse los textos para su aprobación, publicación y lectura, respectivamente, y la infracción de alguna de esas normas puede eventualmente invalidar el trabajo.
Por convención, el contenido de estos tipos de texto se segmenta en tres grandes apartados: introducción, cuerpo de trabajo y conclusiones. Cada capítulo se subdivide, a su vez, en partes menores, con títulos y números que señalan la jerarquía que tienen en la estructura general. El cuerpo del trabajo suele incluir antecedentes, material y método, resultados, discusión y comentarios. La portada, las notas al pie o al final de capítulo, las remisiones a otras partes del texto, la bibliografía, los anexos, los índices, cuadros, gráficos y tablas son paratextos necesarios para organizar el texto propio de la investigación de campo o bibliográfica.
Y la corrección es rehacer alguna tarea o algo que has hecho o respondido