la biografía de ruben dario
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Rubén Darío nació en Metapa (Nicaragua) pero tan solo al mes de su nacimiento pasó a vivir a León, donde su padre Manuel García y su madre Rosa Sarmiento supuestamente tenían un matrimonio conveniente pero poco próspero lleno de infelicidad. Él se acomodaba en las cantinas del lugar y ella huía de vez en cuando con sus familiares. El caos estaba presente en esa familia y Rubén pronto pasó a vivir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Féliz Ramírez, los cuáles lo acogieron muy bien y como verdaderos padres. Rubén no tuvo el cariño de su madre y mucho menos el de su padre, por el cuál sentía un verdadero desapego.
Estudió en un colegio jesuita, al cual no debió de coger mucho cariño dados los poemas tan irónicos y burlones que escribía sobre ello en aquella época. En su juventud, pronto sintió la influencia romántica de Gustavo Adolfo Bécquer y Víctor Hugo, ambos considerados etenos enamorados dados siempre al romanticismo y a los amores desdichados.
Con 15 años ya tenía una lista con el nombre de tres muchachas: Rosario Emelina Murillo (según la descripción, esbelta muchacha de ojos verdes), una prima lejana, rubia y bastante bella que según posteriormente creyeron sería Isabel Swan, y por último, la trapecista Hortensia Buislay. Pero ninguna le llegaría tanto a su corazón como lo hizo la primera, Rosario Emelina Murillo, a la que le dedicó una mediocre novela sentimental titulada “Emelina”. Tuvo deseos de casarse con ella, pero tanto sus amigos como sus parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y no tomase así decisiones precipitadas e irreflexivas.
En 1882 tuvo un encuentro con el presidente Zaldívar, en El Salvador, del cual escribió lo siguiente: “…fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció protección; pero cuando me pregunto qué era lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: ‘Quiero tener una buena posición social’.”
En ese comentario se vio claramente su principal preocupación y es que Rubén Darío siempre tuvo ambiciones burguesas, las cuáles siempre se vieron dolorosamente frustradas.
Pasando a su etapa chilena, también lo intentó cuando conoció al presidente suicida Balmaceda y a su hijo, Pedro Balmaceda Toro, con el que mantuvo una amistad. A tal punto llegaba su ambición por considerarse todo un burgués que en secreto se alimentaba únicamente de arenques y cerveza, para poder vestir bien y adecuadamente a su falsa posición.
Pasando un poco más por su trayectoria literaria, publicó en Chile a partir de 1886, “Abrojos”, unos poemas que darían cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido. En un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribió “Otoñales”, con el que obtuvo un modestísimo 8º puesto entre los 47 que se presentaron. También participó con “Canto épico a las glorias de Chile”, sobre el cuál cae el primer premio que le reporta sus 300 primeros pesos conseguidos con la literatura.