la artesanía representativas de la región pacifica y corporación que ayudan a mitigar la desigualdad social
Respuestas a la pregunta
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El orfebre Enrique de Arfe realizó la custodia eucarística de la catedral de Toledo entre 1515 y 1523. La reciente restauración de esta gran pieza de orfebrería, de estilo gótico flamígero, ha exigido desmontar sus 5.500 piezas, entre ellas un total de 260 estatuillas. La restauración coincide, además, con que los talleres madrileños encargados de estos trabajos –Talleres de Arte Granda, fundados en 1891 por el sacerdote asturiano Félix Granda– celebran 125 años de existencia. PALABRA ha conversado varios de sus artesanos para acercar a nuestros lectores al mundo de la artesanía religiosa, sin la cual la liturgia perdería su esplendor y la devoción se resentiría. Así nos lo sugería Juan Carlos Martínez Moy, escultor: “Las imágenes religiosas y los objetos de culto no hay que verlos como ídolos, sino como ventanas que dan al cielo”.
Bordadoras y confeccionistas
Uno de los oficios artesanales fundamentales es el de bordadoras y confeccionistas de casullas, capas pluviales, albas, manteles, etcétera. En el taller de Los Rosales, en Villaviciosa de Odón, dependiente de Talleres de Arte Granda –explica la diseñadora Pilar Romero–, “llevamos a cabo tres tipos de bordados: bordado en aplicación; bordado matizado, que reproduce imágenes con hilos de seda natural; y bordado clásico español en hilo de oro, con el que se adornan los mantos de la Virgen, tan característicos en Andalucía”.
Los bordados en los manteles se suelen hacer a máquina, pero son artesanales porque el dibujo se guía con las manos. “Todo lo que hacemos es artesanal, ya que las manos ocupan un lugar fundamental”, subraya Pilar. Reconoce que cada vez más se emplea el bordado a máquina, por ordenador, que transforma en puntadas el diseño digitalizado. Resulta más económico, pero el ideal del oficio es la calidad, la belleza y que el producto sea litúrgicamente adecuado.
De unos años acá ha cambiado la mentalidad y el futuro está, opina Pilar, “en introducir tecnologías; pero el bordado a mano y la confección artesanal no creo que se pierdan, no es conveniente incluso técnicamente. Los buenos talleres, como el nuestro, ponen mucho empeño en la calidad de su trabajo artesanal”. Una señal de esto es, a su juicio, que los jóvenes seminaristas siguen encargando para su primera Misa buenas casullas. Hace poco “un seminarista español encargó una casulla del catálogo, pero bastante rica, con bordados a mano. Y como no disponía de dinero, propuso a su familia y a sus parroquianos que, en lugar de regalarle otras cosas, participaran todos en esa compra”.
En casi todos los oficios que sirven a lo sagrado hay gran escasez de artesanos y la edad media de las bordadoras que conocen el oficio es alta. El propio taller, comenta Pilar, “se ha convertido en estos 58 años en escuela de formación. Ahora nuestra cantera proviene de escuelas de formación profesional con las que colaboramos. Alumnas de patronaje, confección y moda hacen sus prácticas en el taller”.
Pilar es historiadora del arte, pero “siempre quise trabajar en algo manual, porque desde pequeña tengo facilidad. La carrera me ha dado formación estética y me ayuda mucho a la hora de diseñar, que es mi trabajo fundamental”.
En otro orden de cosas, comenta que “las personas con fe tenemos una visión más completa de ese trabajo”. El trabajo es similar a confeccionar un buen vestido civil, pero “lo nuestro tiene como destino la Misa, el culto, la liturgia. Creo que nunca comprenderemos del todo lo que significa esto”.
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Sé que es mucho pero te lo explica bien ! :)
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