Ciencias Sociales, pregunta formulada por valecochancela05, hace 1 mes

Investigar y redactar en un artículo de una página sobre: "El impacto de virus y enfermedades en el proceso de colonización Europea de América"​

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Contestado por angellariosaln
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Pocas semanas antes de que Hernán Cortés tomara el control de la capital del Imperio azteca, Tenochtitlán (hoy Ciudad de México), sus tropas estaban al borde de la derrota, exhaustas y desmoralizadas. Corría 1521 y los aztecas habían repelido una y otra vez sus ofensivas. Los hombres de Cortés esperaban temerosos aquel ataque. Sin embargo, este nunca se produjo. Cuando consiguieron recuperar fuerzas, asaltaron la ciudad y, para su sorpresa, no hallaron resistencia.

El panorama era desolador. Miles de cadáveres aparecían desperdigados y el aire estaba impregnado de un olor nauseabundo, una mezcolanza de muerte y putrefacción; el hedor que seguiría a los conquistadores españoles por toda América.

Aquel ejército invisible que arrasó Tenochtitlán no era otro que la viruela, una enfermedad conocida en Europa, pero extraña para los indígenas. Todos sus esfuerzos en la lucha contra aquel mal resultaron vanos, pues su cuerpo carecía de las defensas necesarias para combatirlo. Los nativos eran así una presa fácil para los conquistadores.

La pesadilla de los habitantes del Nuevo Mundo había arrancado con la llegada de los primeros exploradores, portadores no solo de la viruela, sino también de otros gérmenes. Al entrar en contacto con ellos, se habían contagiado y luego habían extendido el mal entre los suyos. Una historia que se repitió por todo el continente. En pocas décadas, los insólitos gérmenes casi erradicaron poblaciones enteras, azotadas sin descanso por oleadas de epidemias de viruela, gripe, sarampión y tifus. Las tropas invasoras encontraban el camino libre.

Las consecuencias de las pandemias reforzaban la vieja convicción cristiana de que era designio divino expandirse y controlar el Nuevo Mundo. Eso mismo pensaron los indios. Al ver que los recién llegados no enfermaban, tomaron su mal como un castigo del dios de los invasores, al que creían haber enojado con sus idolatrías profanas. Su sistema de creencias se vio desbaratado: los aborígenes perdieron la fe en sus dioses, incapaces de protegerlos de los guerreros invisibles.

Se desconoce la población exacta previa al descubrimiento de América, y las estimaciones oscilan enormemente entre 13,5 y 90 millones. Sea como sea, a finales del siglo XIX apenas quedaba medio millón de nativos. Virus como los de la gripe, el sarampión y la viruela fueron letales y provocaron el que, según muchos historiadores, es el mayor genocidio de la historia de la humanidad.

William McNeil, historiador y profesor emérito de la Universidad de Chicago, explica que aquellos virus sumamente potentes atacaron por igual a jóvenes y adultos totalmente indefensos y eliminaron a los más débiles. Quienes lograron sobrevivir desarrollaron resistencia a los virus. Poco a poco, enfermedades que antes habían sido letales pasaron a ser propias de la infancia; aunque, en ocasiones, se produjeron pandemias de magnitudes brutales, como la de la peste negra en el siglo XIV.

Se calcula que desapareció el 80% de los mamíferos de América. La fauna del Nuevo Mundo se empobreció hasta quedar reducida a bisontes, ciervos, cabras montesas y antílopes, animales que no eran potencialmente domésticos.

Tras la llegada de Colón a América en 1492, pasaron cerca de cinco siglos de exposiciones repetidas a las epidemias hasta que, gracias al avance de la medicina moderna, las poblaciones indígenas americanas comenzaran a recuperarse. Pero no solo las enfermedades importadas en primer lugar fueron las causantes de aquel genocidio. La llegada de los europeos también introdujo cambios dramáticos en el estilo de vida de aquellas sociedades. Las nuevas epidemias, en parte, se debían a la desestructuración del sistema social nativo. Es el caso de la tuberculosis, asociada a la malnutrición, a la guerra, a la pobreza y al abuso del tabaco y del alcohol.

En cualquier caso, la realidad es que la muerte llegó por barco a América de la mano de los primeros exploradores, que portaban con ellos virus como la gripe, la viruela y el sarampión.

En 1493, la segunda expedición a América de Cristóbal Colón, formada por unos 15.000 hombres y animales domésticos, desembarcó en La Isabela (primera ciudad fundada en el Nuevo Mundo), en la isla de Santo Domingo, el 8 de diciembre de 1493.

Los miembros de la tripulación enfermaron, con altas fiebres y dolores. Al poco contagiaron a los indígenas, que cayeron como moscas. Su sistema inmunológico no estaba preparado para defenderse de un brote de gripe, porcina o aviar, según los expertos. La enfermedad se extendió rápidamente por las Antillas a medida que los animales se iban dispersando por el territorio.

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