Historia, pregunta formulada por alexvega87, hace 4 meses

Investiga la biografia de Martin Lutero identifica sus ideas
principales en movientos de Reforma que
de origen a la iglesia protestante​

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Contestado por Usuario anónimo
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Respuesta:

xd

Explicación:

Según que se comparta o no su doctrina, Lutero es un apóstol o como mínimo un profeta para unos, y para otros un hereje renegado. Destructor de un sinfín de cosas, este hombre de intensas y enérgicas convicciones representa, con su concepción del hombre como individuo aislado de Dios, de la historia y del mundo, uno de los pilares sobre los que se apoya la Edad Moderna. Iniciador de la Reforma (período de dos siglos de amplia repercusión europea en la historia del cristianismo, origen de las Iglesias protestantes y de la Contrarreforma), Martín Lutero rechazó la autoridad del papa y debilitó el poder de la Iglesia. La abolición del purgatorio, de donde las almas eran liberadas con misas, el rechazo de la doctrina de las indulgencias, que mermaría de manera considerable los ingresos del papa, y, sobre todo, la doctrina de la predestinación, que independiza el alma de la acción de los clérigos después de la muerte (a lo que hay que añadir el reconocimiento de todo príncipe protestante como jefe de la Iglesia de su país), obligan a presentar la Reforma como una gran revolución de las naciones menos civilizadas contra el dominio intelectual de Roma.

Martín Lutero

Martín Luder nació en la noche del 10 al 11 de febrero de 1483 en Eisleben, en Turingia, región dependiente del electorado de Sajonia. Andando el tiempo y recién conquistado el título de doctor, Martín cambiaría el apellido Luder por el de Lutero, derivándolo de Lauter, que en alemán antiguo significa "claro, límpido, puro". Era el primogénito de los nueve hijos de Hans Luder, minero, hijo de campesinos y buen católico, y de Margarethe Ziegler, mujer trabajadora, muy piadosa y devota, que inculcó en su hijo una piedad tan sombría que dejó en su alma una profunda tristeza. Ambos progenitores eran de familia pobre y muy severos.

Al año del nacimiento contrataron al padre en una explotación de minas de cobre de Mansfeld y la situación de la familia, precaria en extremo, mejoró un poco, sin llegar a ser en modo alguno boyante. En Mansfeld recibió Lutero muchas de las palizas que sus padres le propinaban, aunque, en opinión del propio Lutero, «siempre quisieron mi bien; sus intenciones para conmigo siempre fueron buenas, procedían del fondo de su corazón». Por sus cartas sabemos que fue a menudo sometido a crueles castigos, como una vez que su padre le azotó tan violentamente que el joven huyó de casa y tardó mucho tiempo en perdonarle en su corazón, o en otra ocasión en que su madre le golpeó hasta hacerle sangrar por haberse comido sin permiso una nuez.

El duro trato al que le sometieron lo convertiría, al decir de sus amigos, en un ser huraño y desconfiado. La escuela, a partir de los seis años, no lo trató mejor. También del maestro recibió azotes, quince en un día, según contaría más tarde, ya que «nuestros maestros se portaban con nosotros como verdugos contra ladrones». A los catorce años dejó Mansfeld por Magdeburgo para estudiar en la escuela latina, y un año más tarde abandonó Magdeburgo y se trasladó a Eisenach, a casa de los abuelos maternos. Allí, en su «ciudad bienamada», recibió sólida instrucción de un maestro poeta llamado Hans Treborio, que había sustituido el látigo por las buenas maneras.

El 17 de julio de 1501 se inscribió en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Erfurt, contrariando por primera vez a su padre, que quería hacerle estudiar leyes. El 29 de septiembre del año siguiente se licenció como bachiller, primer grado de la universidad, con el número treinta de una promoción de cincuenta y siete nombres. A los veintidós años era proclamado maestro de filosofía. Esta vez fue el segundo de diecisiete y su padre, admirado ante la superioridad de su retoño, dejó de tutearlo. A partir de ese momento el joven maestro se dedicaría con tesón al estudio de la teología y con pasión a la Sagrada Escritura.

Lutero en hábito de monje agustino

El 2 de julio de 1505 Martín Lutero se trasladó de Mansfeld a Erfurt para ver a su familia. A mitad de camino un rayo cayó a sus pies. El joven, que era nervioso en extremo y muy sensible, se vio a las puertas de la muerte, se aterrorizó e invocó a la patrona de los mineros: «Sálvame, querida santa Ana, y me haré monje», exclamó. Vislumbró entonces en el cielo una figura fantástica, que por la excitación del momento no logró identificar. Fue la primera de las visiones que tendría a lo largo de su vida, en los lugares mas inverosímiles y, a veces, inadecuados. Quince días más tarde se presentó en el convento de los agustinos de Erfurt para cumplir su promesa, decisión que irritó de tal manera a su padre que volvió a tutearlo. Sin el consentimiento paterno, pues, entró en el convento. Novicio primero con el nombre de Agustín, tomó los votos definitivos y a los veinticuatro años fue ordenado sacerdote.

 


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