Investiga chistes machistas y feministas, analiza sus aspectos negativos y conversa sobre ello con tus compañeros/as.
Respuestas a la pregunta
En 2020 la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo una realidad que en España se manifiesta en cifras como los salarios medios, la tasa de empleo o el llamado techo de cristal, los datos sobre conciliación familiar o la inclusión social. El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, recordamos la mayor lacra del machismo contabilizando víctimas. Pero detrás de todas estas formas de sexismo se esconde una peligrosa ideología que en ocasiones se disfraza de humor. Porque cualquiera ha escuchado un chiste machista. Se ha reído de él sin reflexionar sobre su contenido. O quizá ha torcido el gesto al reconocerlo, pero entonces la respuesta más habitual es que solo era una broma o que quizá no lo haya entendido bien. Ante todas estas situaciones, cabe preguntarse, ¿de qué manera contribuye el humor machista a perpetuar el sexismo? ¿Una broma puede ocultar una agresión? ¿El humor feminista y subversivo puede combatir el machismo cotidiano riéndose de él?
«El humor se basa en una incongruencia y tiene tres fases: reconocimiento, comprensión y apreciación», explica Esther Linares, doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Alicante y miembro de GRIALE, Grupo de Investigación sobre la ironía y el humor en español de la misma universidad. «En el caso del humor machista, el receptor debe reconocer ese mensaje como humorístico para empezar, tener un conocimiento previo sobre el contenido para poder comprenderlo y, luego, dependerá de sus características personales y sus gustos que lo pueda apreciar», continúa diciendo la investigadora en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, formada principalmente en el análisis del discurso. «De acuerdo con los estudios sobre el humor sexista, que es un humor despreciativo, este es un humor que básicamente aprecian más los hombres que ya parten de unos prejuicios previos. Es decir, cualquier persona puede hacer humor sexista, pero aquellos que vayan a apreciarlo son los que ya tienen unos prejuicios y unos estereotipos concebidos previamente», remata.
De hecho, los chistes sexistas favorecen los mecanismos mentales que incitan la violencia y el maltrato hacia las mujeres en aquellos sujetos que presentan actitudes machistas. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en 2010 por la Universidad de Granada, en línea con otros trabajos internacionales. Para probar esta afirmación, los científicos aplicaron varios cuestionarios a un grupo formado por 109 estudiantes universitarios varones, de entre 18 y 26 años. Se les presentaron dos series de chistes, una con chistes machistas en los que se denigra a la mujer y otra con chistes sin contenido sexista. A continuación, los investigadores les plantearon varios escenarios con distintos casos de agresiones a mujeres, desde más leves a más graves, para preguntarles después cómo actuarían ante un escenario de este tipo. El trabajo demostró que quienes habían escuchado chistes machistas se mostraban mucho más tolerantes con la agresión a las mujeres que quienes no.
«Debemos partir de la base de que las situaciones humorísticas se producen fundamentalmente en contextos de interacción social», explica Mónica Romero-Sánchez, profesora del departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada y responsable de este estudio. «En la interacción social, el humor es una especie de situación de juego, en la cual los seres humanos interactúan lúdicamente. No obstante, el humor no siempre es utilizado de una manera prosocial, y en muchas situaciones es también una forma de comunicar mensajes ofensivos, sarcásticos o de agresión hacia otros», continúa diciendo la investigadora. «En este sentido, ha de destacarse que el humor, como canal sutil de comunicación, socava la seriedad del mensaje comunicado, dejando abierta la posibilidad de interpretar los mensajes transmitidos a través de él desde formas diversas, así como de tener el pretexto de poder decir que era sólo una broma», cuenta.