informe sobre el negrito avellaneda
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El Negrito era un militante de primera”
La noche del 15 de abril de 1976, la dictadura militar secuestró y desapareció al “Negrito” Floreal Avellaneda. El 14 de mayo de ese mismo año, su cuerpo apareció en las costas uruguayas. A 44 años compartimos el recuerdo con su madre, Iris Etelvina Pereyra, luchadora incansable, quien nunca dejará de pedir justicia.
(Agencia) Nacido en Rosario, el 14 de mayo de 1960, Floreal Edgardo Avellaneda comenzó a militar desde muy pequeño. Su madre, Iris Pereyra, lo recuerda como un chico lleno de sueños, “un militante de primera”, con ideales marcados por la historia de su familia, ligada a los derechos de la clase trabajadora y los más vulnerables.
Con tan sólo 12 años el Negrito se afilió a la Federación Juvenil Comunista (la Fede). Tanto Iris como Floreal, su padre, eran militantes en el Partido Comunista. Su casa, en Munro, había sido local del partido. La historia había comenzado con su abuela, quien había sido cofundadora del PC en Vicente López, y de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre –hoy Liga Argentina de los Derechos Humanos-, allá por el año 1935, cuando la organización llevaba el nombre de Socorro Rojo.
El Negrito era muy inteligente y terminó la escuela un año adelantado. Le gustaba nadar y lo hacía muy bien. “Tengo guardadas sus medallas”, cuenta Iris del Negrito, que había ganado varios torneos. Quería ser mecánico de aviación y en aquel momento el único lugar donde podía anotarse era en la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí ingresó pero duró poco menos de tres meses porque no estaba de acuerdo con las prácticas que se ejercían: “a los que no sabían nadar los tiraban de un empujón al agua, entonces él se puso mal y se agarró a piñas con uno de los milicos”, cuenta Iris.
La familia Avellaneda vivió unos años en Rosario. Floreal tenía trabajo, pero alquilaban y la situación económica se fue complicando. Por eso, a los pocos meses de haber nacido el Negrito se volvieron a Buenos Aires y edificaron en una parte del terreno de su suegra, en Munro.
“Ahí el Negrito se crió, mamó todo lo nuestro, lo que hicimos nosotros, nuestra militancia, nuestra lucha”, dice Iris. “Él se había afiliado muy chiquito a la Federación Comunista, porque él mamó todo lo de su abuela, lo de su padre, tenía la escuela en la casa”. Iris recuerda cómo reflexionaba con respecto a la educación, y todavía se asombra de lo chiquito que era para pensar así. “Él decía ´mamá, papá, ¿cómo puede ser que en la escuela no haya un centro de estudiantes, donde se defienda al niño y que los papás no tengan que pagar las escuelas, ni la ropa, ni los útiles? Eso tiene que darlo el Estado’”.
El Negrito se encargaba de la propaganda de la Fede, desde pintadas hasta la impresión de volantes y revistas. “Hacía los volantes y todas las revistitas porque en esa época no había fotocopiadora”, recuerda Iris. “Teníamos que hacerlo con el mimeógrafo. Él se dedicaba a la parte de prensa donde nos hacía los afiches y esas cosas”.
Iris, quien también milita en el comunismo y en la Liga Argentina por los Derechos Humanos, sostiene que allí está el impulso del Negrito. “La Liga es sagrada, es una organización que defiende a los presos políticos. Nosotros también estamos trabajando en las cárceles por el maltrato de los compañeros de los presos comunes; ¿por qué los tienen que tratar así?, son seres humanos. Siempre lo pensé así. Tengo el recuerdo del Negrito que siempre luchó por su ideal, por su solidaridad con la gente. Siempre lo mantendré mientras tenga vida”.
Seguir la lucha
La noche del 15 de abril de 1976 una patota del Ejército llegó a la casa de los Avellaneda. Buscaban a Floreal padre, que había sido delegado en la fábrica Tensa, una empresa metalúrgica de Munro, de la que lo habían echado en 1974. La hermana de Floreal, cuñada de Iris que vivía en la casa de adelante, corrió a avisar que lo estaban buscando, diciendo que eran “los de la Triple A”. Entonces Floreal se apuró y como pudo escapó por el techo. Los militares, en lugar de Floreal se llevaron a Iris y al Negrito. En la casa quedó sola la hija menor de los Avellaneda, de 12 años.
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errestalyn59:
coronita
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