Ciencias Sociales, pregunta formulada por dawingallegovalencia, hace 18 horas

informe del libro de Wilian Ospina "pa que se acabe la vaina " paguina 20 a la 100​

Respuestas a la pregunta

Contestado por mathiasacvedo94
0

Respuesta:

fiumba

Explicación:

Contestado por villamizarabiud905fa
1

Respuesta:

Laureano Gómez fue que todos esos prejuicios que habían impedido por siglos que

No debía gustarle a aquel jefe sombrío el modo como su partido se veía obligado a abrirse al mundo. La dirigencia colombiana más de una vez permitió que hombres que no pertenecían a la élite, pero que se identificaban con su modelo mental, accedieran a importantes cargos públicos, y en varias ocasiones Colombia pudo comprobar cuán trágico es que alguien tenga el gobierno de un país sin tener el poder de tomar decisiones reales. Parece una anécdota, pero es el símbolo de un país donde el poder del discurso y el culto de las formalidades y las apariencias pesaban más que el elemental sentido de la justicia. Varias veces en la historia, para esconder apetitos personales, o intereses de sectores empeñados en anular la diversidad del país, le fue ofrecido a Colombia ese coctel amargo de sangre y agua bendita.

Por eso creció con tanta rapidez, por eso en pocos años Gaitán se convirtió en la voz de un país, en la voz de una época y también en la voz de un mundo postergado y excluido, de una humanidad borrada tercamente por el relato colonial, un relato que la hacía invisible. Los jefes conservadores, cuyos candidatos eran designados en últimas por el arzobispo de Bogotá, rechazaban de tal manera la liberalización del país, que Laureano Gómez amenazó con una guerra civil si en el 42 ganaba López de nuevo.

Los estudiosos de ese período nunca se pusieron de acuerdo en considerar a la

En México, el Partido Revolucionario Institucional , que gobernó al país durante décadas después de la revolución, llegó a ser denominado por alguien «la dictadura perfecta», porque manteniendo todas las apariencias de la democracia se configuró en realidad como un régimen de partido único que llegó a tener incluso carácter monárquico, ya que el gobernante en ejercicio designaba al final a su sucesor. Lo que uno no entiende es que esos poderes hayan mirado con tanto rencor toda expresión de inconformidad, la hayan desautorizado con tanta severidad y la hayan perseguido con tanta saña, cuando su modelo mental no fue capaz de construir un país del que siquiera ellos pudieran sentirse orgullosos.

Ese tema lo había anunciado el poeta mayor del medio siglo en Colombia, Aurelio

Laureano Gómez se abrazaron, el país quedó en manos del bipartidismo por dieciséis años, y allí comenzó la ilusión de una paz edificada sobre dos décadas de violencia, sobre silenciados ríos de sangre, sobre tenebrosos cuadros de inhumanidad. El llamado Frente Nacional no tenía como propósito salvar al país maltratado sino garantizar la continuidad en el poder de las castas que habían dominado a Colombia durante más de cien años, y que la seguirían dominando durante el resto del siglo. Violencia colombiana podemos decir, viendo los resultados, que los dueños del poder y los jefes de los partidos ganaron pero el país perdió. Una vez recogidos los últimos muertos y secadas las últimas lágrimas, cuando el país se puso a trabajar en su ilusión de olvido, esa música de paseos y porros llenó la vida entera.

Bastó que la guerra terminara, o para decirlo con más verdad y más franqueza, bastó que la guerra hiciera una pausa, para que Colombia viviera un florecer que hoy podemos mirar como el anuncio de todo lo que podría ser el país si conquistara de verdad su reconciliación. Estanislao Zuleta, Mario Arrubla y Jorge Orlando Meló reflexionaban sobre el país, traían los grandes debates de la época, traducían a los autores del momento. Por esos años llegó a Colombia Marta Traba, una argentina inteligente, sensible, despierta, atenta a los fenómenos del arte contemporáneo, y supo llamar la atención sobre el despertar del arte joven en el país..

A comienzos de los años sesenta, un sector del liberalismo denunció al Frente

Cali, que había vivido en 1956 durante el régimen militar una tragedia pavorosa, cuando siete camiones cargados de dinamita, irresponsablemente estacionados en una avenida, estallaron en la noche e hicieron volar toda una sección de la ciudad con una cifra indeterminada de víctimas, emprendió su reinvención urbana y se convirtió en las dos décadas siguientes tal vez en la ciudad más viva y dinámica del país. El país siempre muestra una superficie engañosa, no necesariamente por hipocresía sino por una terca necesidad de convencerse de que las cosas no van mal.

Sin embargo, en todo ese tiempo el país no cambiaba. Nada se nos predica más en los últimos tiempos que el exterminio de los monstruos, pero nadie se pregunta qué es lo que hace que en una sociedad surjan sin cesar tantos enemigos del orden público, por qué década tras década hay que salir a «pacificar» el país en nuevas cruzadas de exterminio que siempre nos dejan asombrados ante la magnitud del mal y nos insensibilizan ante la atrocidad de los resultados.

Explicación:

:O

Otras preguntas