Imagina que viajas en el tiempo y te remontas a inicios de del siglo XIX. Analiza y responde. ¿Qué era más adecuado para los países hispanoamericanos, proponer a la Corona española continuar siendo colonia, pero con cierto grado de autonomía, negociar su independencia o declararle la guerra? Argumenta su respuesta (mínimo 10 líneas)
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Desde una óptica tradicional, las independencias latinoamericanas acostumbran a presentarse en términos de buenos y malos. En España, la visión más conservadora interpretó la lucha de Simón Bolívar o de José de San Martín como una traición a la patria. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico se hizo hincapié en el heroísmo de los rebeldes, capaces de conquistar la libertad tras un sangriento conflicto. En las últimas décadas, sin embargo, los avances de la historiografía han matizado la visión maniquea de ambos extremos.
Las independencias no fueron un camino de rosas, ni tampoco acontecieron de la noche a la mañana. Entonces, ¿por qué tres siglos después de la conquista se produjo este adiós a España? Estas son algunas de las claves:
1. Acatar y cumplir las normas
Según John Lynch, uno de los mejores conocedores de aquel período, Carlos III (1716-88) acometió la “segunda conquista de América”, a través de las llamadas reformas borbónicas. Estas supusieron el recrudecimiento de las políticas centralistas frente al amplio margen de autonomía de que gozaban las élites locales. Madrid exigía un estricto cumplimiento de sus órdenes. La Corona española, dueña de un inmenso imperio, necesitaba fortalecer su autoridad para extraer de sus colonias todo el rendimiento económico posible. Para conseguir su objetivo, habría aplicado sobre sus súbditos una presión excesiva, hasta el punto de empujarlos a la rebelión.
Sin embargo, otro historiador, Manuel Lucena Giraldo, ha planteado que reformas borbónicas e independencia “constituyeron procesos separados”. En su opinión, los criollos, más que asumir un patriotismo mexicano, peruano o argentino como reacción al centralismo, se consideraban tan españoles como los peninsulares. A veces incluso más. Por eso no aceptaban que se les impusiera, desde Europa, un sistema de gobierno que casaba mal con sus circunstancias. Partían de que los diferentes territorios que constituían la monarquía necesitaban políticas adaptadas a su realidad, no la imposición de un modelo único para todos. A lo largo del siglo XVIII, el malestar contra las reformas se expresa en diferentes revueltas, en las que intervienen criollos, indígenas y mestizos.
Explicación: