imagina que debes de presentar un proyecto de teatro una obra titulada Romeo y Julieta organiza y planea las acciones
Acciones estrategicas
Acciones instrumentales
Acciones de control
Respuestas a la pregunta
GUION
JULIETA.- ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no reniegas
del nombre de tu padre y de tu madre? Y si no tienes valor para tanto, ámame,
y no me tendré por Capuleto.
ROMEO.- ¿Qué hago, seguirla oyendo o hablar?
JULIETA.- No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y
qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni pedazo
alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no
dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo. De
igual suerte, mi querido Romeo, aunque tuviese otro nombre, conservaría todas
las buenas cualidades de su alma, que no le vienen por herencia. Deja tu
nombre, Romeo, y en cambio de tu nombre que no es cosa alguna sustancial,
toma toda mi alma.
ROMEO.- Si de tu palabra me apodero, llámame tu amante, y creeré que me he
bautizado de nuevo, y que he perdido el nombre de Romeo.
JULIETA.- ¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes
a sorprender mis secretos?
ROMEO.- No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada
mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.
JULIETA.- Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo
te reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Montescos?
ROMEO.- No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te
enfada.
JULIETA.- ¿Cómo has llegado hasta aquí, y para qué? Las paredes de esta
puerta son altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte,
siendo quien eres, si alguno de mis parientes te hallase.
ROMEO.- Las paredes salté con las alas que me dio el amor, ante quien no
resisten aun los muros de roca. Ni siquiera a tus parientes temo.
JULIETA.- Si te encuentran, te matarán.
ROMEO.- Más homicidas son tus ojos, diosa mia, que las espadas de veinte
parientes tuyos. Mírame sin enojos, y mi cuerpo se hará invulnerable.
JULIETA.- Yo daría un mundo porque no te descubrieran.
ROMEO.- De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche. Más quiero
morir a sus ma nos, amándome tú, que esquivarlos y salvarme de ellos, cuando
me falte tu amor.
JULIETA.- ¿Y quien te guió aquí?
ROMEO.- El amor que me dijo dónde vivías. De él me aconsejé, él guió mis
ojos que yo le había entregado. Sin ser nauchero, te juro que navegaría hasta la
playa más remota de los mares por conquistar joya tan preciada.
JULIETA.- Si el manto de la noche no me cubriera, el rubor de virgen subiría a
mis mejillas, recordando las palabras que esta noche me has oído. En vano
quisiera corregirlas o desmentirlas... ¡Resistencias vanas! ¿Me amas? Sé que
me dirás que sí, y que yo lo creeré. Y sin embargo, podrías faltar a tu
juramento, porque dicen que Jove se ríe de los perjuros de los amantes. Si me
amas de veras, Romeo, dilo con sinceridad, y si me tienes por fácil y rendida al
primer ruego, dímelo también, para que me ponga esquiva y ceñuda, y así
tengas que rogarme. Mucho te quiero, Montesco, mucho, y no me tengas por
liviana, antes he de ser más firme y constante que aquellas que parecen
desdeñosas porque son astutas. Te confesaré que más disimulo hubiera
guardado contigo, si no me hubieses oído aquellas palabras que, sin pensarlo
yo, te revelaron todo el ardor de mi corazón. Perdóname, y no juzgues ligereza
este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha hecho.
ROMEO.- Júrote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa de
estos árboles...