Imagina que de tu mochila han desaparecido todos los productos químicos o aquellos en los que la química tiene alguna participación. ¿Cuáles quedarían en ella? ¿Quedaría alguno? Justifica tu respuesta
Alguien me ayuda ???
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
espero te sirva
Explicación:
En el siguiente artículo, el director general de Feique hace un alegato de la ciencia química, incidiendo en que es preciso eliminar la demagogia del debate. Si de veras queremos que la nueva legislación sobre sustancias químicas sea efectiva y contribuya a incrementar la protección de los consumidores, hagámoslo en base a la ciencia, que guste o no –afirma– es la herramienta que hace avanzar a la humanidad.
foto
Recientemente, el presidente de la Sociedad Francesa de Química, Armand Lattes, publicó un excelente artículo en el que imaginaba cómo sería el mundo si los químicos dejasen de trabajar. Es un artículo sin desperdicio que recomiendo a todos los que tengan algún interés en esta ciencia, pero muy especialmente a todos aquellos que al escuchar la palabra química entran en una especie de trance hipnótico que activa todas sus defensas.
Basta echar un vistazo a las campañas de los grupos ecologistas para darse cuenta de su interés en presentar a la química (la sintética o industrial) prácticamente como el origen del Apocalipsis. De hecho, la campaña de Greenpeace de tóxicos químicos tiene la siguiente introducción: “la producción, el comercio, la utilización y la liberalización de la mayoría de productos químicos sintéticos se considera como una de las mayores amenazas a nivel global para la salud humana y el medio ambiente”. Vamos, ni la Guerra de las Galaxias.
Mejor parados salimos en la presentación de la campaña de tóxicos de WWF-Adena: “…Tras la segunda guerra mundial, se inició una auténtica revolución química que ha cambiado la vida de la humanidad. Muchos de estos productos han sido muy beneficiosos, como es el caso de muchos medicamentos o productos industriales, pero otros muchos han mostrado efectos inesperados de extraordinaria gravedad. Para muchas especies la agresión química constituye la mayor amenaza que sufren actualmente, y el ser humano no es una excepción”. Al menos en esta ocasión se nos concede algún beneficio, aunque la amenaza persiste.
Lo cierto es que la química ha supuesto una auténtica revolución, y realmente el riesgo químico existe. Hoy, uno de cada 10.000 vacunados puede sufrir efectos adversos o rechazo a las vacunas. Sin duda es un riesgo. Antes no los había. Antes, e indefectiblemente, millones de personas morían a causa de enfermedades y epidemias hoy en mayor o menor medida controladas como la poliomielitis, hepatitis, tifus, cólera, gripe, o tuberculosis.
Pero no sólo las vacunas. Todo tipo de medicamentos han permitido no sólo elevar la esperanza de vida del hombre, sino también que la vivamos en mejores condiciones. La esperanza de vida en 1900 era en Europa inferior a los 40 años. Hoy prácticamente la hemos duplicado.
Y no sólo la química farmacológica ha sido fundamental, sino que otros productos químicos han contribuido sustancialmente a mejorar nuestra calidad de vida, y en especial todos aquellos que han elevado nuestros niveles de higiene y protección sanitaria, tal y como muestra John Emsley en su libro “Vanidad, Vitalidad, Virilidad: La química mejora nuestra calidad de vida”, publicado el pasado año. En 1850, vivían en Londres dos millones y medio de personas, y en ese año se registraron 48.557 muertes de las que 26.325 se debieron a infecciones microbianas. Evidentemente, no disponían ni de sustancias potabilizadoras del agua, ni de detergentes, ni de los productos de limpieza que esta industria ha creado para prevenirlos, ni tampoco de los medicamentos adecuados para combatir la infección